El paisaje después del fracaso

FC BARCELONA - BAYERN MÚNICH

FC BARCELONA - BAYERN MÚNICH

Joan Mª Batlle

Joan Mª Batlle

La Champions se perdió a eso de las siete y veinte de la tarde, con el primer gol del Inter al Viktoria. Lo que pasó después importa poco. Ni la nueva derrota por goleada ante Bayern, ni la alineación ni el sistema ni los cambios... nada, el fracaso ya estaba consumado, pues fracaso es quedar fuera de la Champions a las primeras de cambio.

Esto es mucho peor que lo del año pasado, entonces había un equipo muy justito; sin ir más lejos la delantera la formaban Dembélé, Memphis, Luuk de Jong, incluso Yusuf Demir. Era la época del “es lo que hay”, pero ahora, doscientos y pico millones de euros mediante, están Lewandowski, Raphinha y Ferran Torres y Ansu Fati está recuperado.

También está Koundé, uno de los mejores centrales de Europa… No, no es aceptable morder el polvo ante el séptimo clasificado de la liga italiana. Podemos ponerle todos los paños calientes que quieran, pero nos equivocaremos. La cuestión principal, dura y dramática es que el Barça está muy lejos de los equipos grandes de verdad.

¿Revolución? Importa todo lo que pasó antes de esta nueva noche negra. Miren, la revolución ha sido incompleta. Revolución, cuando por ahí siguen Sergi Roberto, Piqué, Busquets y Alba, no es que sea mucha revolución.

Renovar a Dembélé será renovación, pero no revolución. Hemos visto grandes errores tácticos y de concepto de juego, no puede ser que en Europa todo haya sido pelota a Dembélé y a ver qué pasa. Si cargamos por ahí, es evidente que todo se tiró por la borda en los dos partidos contra el Inter. Insisto, fracaso en toda regla. Pero es reversible.

Que no haya equipo para estar entre los diez mejores de Europa no quiere decir que no se pueda ganar la Liga. Ahí hay superioridad manifiesta sobre dieciocho rivales. Es el objetivo y es posible. Respecto a la Europa League, que es un triste consuelo, ya dije el año pasado que solo hay una cosa peor que jugarla: no ganarla. Otra obligación, que no presión, ante el paisaje que nos queda.

La clave: la realidad es que el Barça no tiene nivel para la Champions, pero sí para la Liga.