Las normas de Xavi y los jugadores tóxicos
Laporta+Xavi=Éxito. Es la fórmula perfecta. La misma que funcionó hace trece años, entonces con Guardiola en la ecuación. El presidente confía en volver a crear un equipo campeón apostando por un técnico con ADN Barça. La fidelidad a un modelo, a un estilo y a unos valores permitió construir, en el 2008, el mejor Barça de la historia. Y el máximo dirigente blaugrana pretende repetir la hazaña con Xavi en el banquillo. Pep tomó decisiones drásticas (las salidas de Ronaldinho y Deco) e impuso normas. Y apostó por la cantera (subió al primero equipo a Sergio Busquets y Pedro). Lo mismo que debe hacer ahora Xavi si quiere revertir la dramática situación que vive el club. Xavi tiene tres retos inmediatos: desprenderse de futbolistas tóxicos para el vestuario (como Coutinho y Umtiti), poner firmes a los capitanes (especialmente a Piqué, pero también a Busquets, a Jordi Alba y a Sergi Roberto) y buscar refuerzos en el mercado de invierno (sobre todo un goleador para suplir la baja del Kun Agüero y la ineficacia de Luuk De Jong).
Ya no vale todo. Ni vale cualquier futbolista. El nivel de exigencia va a subir. Mucho. En los partidos. En los entrenamientos. Y en el día a día de los jugadores. El fútbol (y el Barça) debe ser su prioridad. Y los veteranos tienen que ser un ejemplo para los jóvenes. Xavi tiene muy clara, en este sentido, su hoja de ruta. La misma que utilizó Guardiola. Quiere implantar el código ético y de conducta que ya asumió como futbolista y capitán. No se trata de imponer una disciplina férrea, sino de aplicar el sentido común y exigir profesionalidad. Justo lo que ha faltado en los últimos años.
Ayer, en su primera charla en el vestuario blaugrana, ya marcó la línea. Perder va a tener consecuencias. Incluso empatar, si el empate tiene sabor a derrota como sucedió en Vigo. Xavi recriminó a los jugadores (a los pocos que había en el entrenamiento debido al parón internacional) dejarse igualar un partido que estaban ganando 0-3 al descanso. Les reprochó la falta de intensidad de la segunda parte, los errores individuales y el desconcierto total. Desastres como el del sábado no pueden repetirse. Y Xavi no los va a permitir. Porque, por encima de todo, está la imagen y el prestigio del Barça. Una imagen y un prestigio que llevan demasiado tiempo siendo denigrados por futbolistas que no merecen estar en un club tan grande (el mejor del mundo, insistió Xavi) como el blaugrana. Con Xavi, se han acabado las humillaciones. Y volverá el orgullo de ser culé.
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