Nadie se atreve a dar el paso con Ansu Fati

Ansu Fati, durante el Barça-Getafe

Ansu Fati, durante el Barça-Getafe / Valentí Enrich

Ivan San Antonio

Ivan San Antonio

Le dieron el ‘10’ y aquella fue una decisión que estaba a medio camino entre la voluntad de pasar página demasiado rápido a la salida de Leo Messi y las ganas de construir un nuevo ídolo cuyo relato giraba alrededor de un canterano talentoso con un presente ilusionante y un futuro por escribir. A Ansu Fati le entregaron una camiseta tan apetecible como pesada de digerir, echando plomo sobre unas espaldas que habrían agradecido más unas alas ligeras con las que empezar a volar libre sobre el césped del Spotify Camp Nou.

Regalarle el dorsal convertido en leyenda durante veinte años por el mejor de todos los tiempos parecía una apuesta ganadora demasiado evidente para no dejarse llevar por la euforia, pero también suponía obligar a quemar etapas de forma apresurada a un joven futbolista que, por muy especial que sea, sigue siendo más promesa que firme realidad. Y si a ello sumamos los graves problemas físicos que han acompañado a Ansu Fati a su llegada a la élite, lo que parecía un regalo se ha acabado convirtiendo en una mochila cargada de pesadas piedras que debe arrastrar cada vez que aparece sobre el terreno de juego, donde pasa un examen constante cuyas notas son siempre definitivas. 

El Barça mantiene un crecimiento constante y lo hace a un ritmo superior del mostrado por el delantero, lo que cada día aumenta la sensación de que jugador y equipo van distanciándose peligrosamente. De ahí que su presencia en el equipo haya disminuido muchísimo durante las últimas semanas y Xavi le esté dando menos minutos de los que le había dado con anterioridad.

El Barça no espera y las circunstancias, también las económicas, han dibujado el escenario perfecto para que se genere un debate inevitable sobre su futuro como blaugrana. El nombre de Ansu Fati apareció ayer en la rueda de prensa de Joan Laporta y el presidente dejó abierta cualquier opción, aunque pasándole al futbolista la responsabilidad de decidir, evitando dar la sensación de que para el club sería una gran operación económica, pero dispuesto a planteárselo todo. Algo se mueve con Ansu Fati y, sin embargo, nadie quiere dar el primer paso porque, más allá del dinero, está en juego la imagen de todas las partes, que buscan evitar ser señalados como los máximos responsables de lo que, sin duda, sería un enorme fracaso colectivo: el adiós de quien estaba llamado a ser, con el tiempo, el sustituto de Leo Messi. Verle triunfar lejos del Barça es una posibilidad que genera pánico en los despachos del Camp Nou.