Moscú se 'disfraza' y vibra con el Mundial

España, 2 - Marruecos, 2

España, 2 - Marruecos, 2 / EFE / AFP

David Rubio

David Rubio

Moscú es una gigantesca urbe que suele pasar de puntillas sobre los grandes acontecimientos. De Norte a Sur abarca casi 60 kilómetros y no es extraño tardar dos horas en llegar al trabajo. Por eso, el Mundial de Atletismo de 2013, las semifinales de la UEFA en 20005 (CSKA-Parma) o el Rusia-España amistoso del pasado noviembre fueron invisibles en una ciudad en la ya es bastante tratar de vivir lo mejor posible.

Sin embargo, lo que está sucediendo en el Mundial en la capital de Rusia es tan inusual como excitante. La Plaza Roja se ha convertido en un Parque de Atracciones futbolístico por el que desfilan miles de aficionados de decenas de nacionalidades para vivir el ambiente mundialista mientras contemplan un lugar lleno de historia.

A medida que transcurre el día se van congregando más aficionados en los aledaños de la Plaza Roja que convierten el precioso y ultraremodelado centro moscovita en una amalgama de banderas, cánticos y fotografías. El buen rollo es el denominador común de esta pasión futbolística que recorre el centro de la ciudad, Ojotni Riad, la calle Nikolskaya, la Plaza Manezhnaya, el Monumento a Zhukov y, a unos dos km de distancia, la emblemática calle Stari Arbat (algo así como Las Ramblas barcelonesas).

Frente al Luzhniki, al otro lado del Moscova, la FIFA ha instalado una gigantesca Fan Zone en la que ayer se congregaron miles de aficionados para seguir el Rusia-Uruguay. Pues bien, el golazo del azulgrana Luis Suárez, ni el autogol de Cherishev ni la expulsión de Smolnikov estropearon una gran fiesta en la que el ruso de  a pie se reivindicó ante todo el planeta. Por unos cerdos no puede pagar todo el país. Una cosa son los ultras, dignos del más absoluto desprecio. Y otra muy distinta son Rusia y sus gentes.