La misa de París

Dembélé, ejercitándose con el resto de sus compañeros

Dembélé, ejercitándose con el resto de sus compañeros / FCB

Juan Cruz

Juan Cruz

Siempre se dijo que París bien vale una misa. Pues no será para tanto. Ausente, ahora más que nunca, de su nuevo equipo y de su viejo equipo, con el que se entrena, el muy surrealista jugador de fútbol Ousmane Dembélé deambula por Barcelona en espera de que empiece su misa en París. Rara situación la de un futbolista que se despide y vuelve porque allí de donde lo requerían no lo quieren ver todavía.

¿No lo quieren ver ni en pintura? Algo sucede para que esta misteriosa red de catástrofes morales que vive ahora el excelente número 7 ex del Barcelona viva esta incertidumbre. Desde luego, tal situación desdice el interés tan perentorio que habían mostrado sus multimillonarios, así que se tiene que conformar con el confort azulgrana, que ahora es una entidad bajo mínimos.

Y a esa entidad bajo mínimos se ha venido a refugiar un viaje conocido, otrora añorado, y elogiado, por Xavi Hernández, con quien jugó. Este Neymar que se fue, luego pleiteó, y ha estado siempre ladeando su sonrisa al final de las jugadas en el PSG, se ofrece ahora al equipo que capitaneó su amigo y, además, su compañero en Barcelona y en París, Lionel Messi.

Hicieron, el brasileño y el argentino, en ambos lados unas campañas memorables, aunque se bichó, sobre todo para el genio argentino, la muy irregular campaña de París. Ahora, sin embargo, parecía asentado Neymar como parte del porvenir de Luis Enrique en el equipo francés, pero de pronto el guion cambia de ritmo y busca shelter en el Barcelona. Xavi no ha dicho nada, nadie dice nada porque para decir, en el fútbol actual, hay que disponer de dinero, y en este momento el club no tiene ni para una palanca de cambios.

Aunque demediado por su crisis económica, el Barça de hoy dispone de una buena plantilla, acoplada, seria, obligada por algunos de sus pilotos, como Ter Stegen, Pedri o Lewandovski, a iniciar y culminar un campeonato serio, bajo la dirección del más promisorio de sus entrenadores recientes. Ahora podemos decir que el Barça dispone de un historial reciente pero poderoso, o al menos no tan desigual como el que exhibía hace dos años, y quizá no está para los ruidos que ya ensayaba Dembélé y los que traería al campo de juego futuro este brasileño que se ha cansado ya de la misa de París.

La puerta no se ha abierto, ni se ha cerrado, porque el Barça está mudo. Si es para mal, que no se abra la boca. Y, si es para bien, que se consulte con el más sensato, el mejor informado, de los que forman parte de la plantilla eterna del Fútbol Club Barcelona. El gurú que más sabe está cerca de Xavi y se llama Carles Naval. Él sí sabe lo que vale una misa. Dentro y fuera del vestuario.