¿Qué mide la riqueza de una competición?

Guardiola, durante un partido con el Manchester City.

Guardiola, durante un partido con el Manchester City. / @MANCITY

Marc Menchén

Marc Menchén

La Premier League es la competición de clubes más rica del mundo. Y durante la última década es la que se ha encargado de dinamizar el mercado de traspasos, encargándose de realizar las adquisiciones que hacían fluir el dinero cascada abajo en el resto de las ligas nacionales. La fortaleza de la libra frente al euro, el mayor mercado audiovisual en el que opera y unos inversores dispuestos a asumir importantes pérdidas ha permitido a los clubes ingleses comprar fuera todo lo que no tenían en casa. 

Dicho de otro modo, les ha permitido comprar todo lo que han sido incapaces de formar desde la base o detectar antes que otros en los tradicionales mercados exportadores de talento, especialmente Latinoamérica. Y eso nos lleva a la siguiente reflexión, ¿la riqueza de la competición la marca únicamente cuánto se gasta cada verano en fichajes?

La respuesta inmediata podría ser sí, porque cuando pensamos en riqueza automáticamente pensamos en dinero. Y entonces sí, porque los equipos británicos se han gastado 3.031 millones de euros en fichajes este verano, prácticamente lo mismo que sus rivales en Italia, Francia, Alemania y España. Pero, si nos referimos a la calidad deportiva, ¿entonces qué?. Aquí es donde considero que debería abrirse un debate, pues basar toda medición de la competitividad de un torneo en el tamaño de la chequera deja muchas otras variables fuera de la ecuación.

La primera es la capacidad de no depender del mercado para conformar la plantilla. Probablemente, el FC Barcelona más barato de la historia contemporánea en cuanto a gasto en fichajes es también el único que ha levantado un sextete y es considerado uno de los mejores de todos los tiempos. Era 2009 y la columna vertebral e incluso parte de la segunda unidad de campo se habían formado en las categorías inferiores. Lo mismo se podría decir de la Real Sociedad de hoy.

El problema del análisis simplista de cuánto más gastas, más valor tienes, es que a ese Barça le darían un valor contable ínfimo -Messi valía cero en el balance- y no tiene en cuenta el valor deportivo, social y comercial de poner el foco en la generación de talento propio. Tampoco tiene en consideración lo que históricamente ha dado poder competitivo a clubes portugueses, holandeses y algún español, que no es otro que el de saber detectar antes el talento exterior para acabar de pulirlo, revalorizarlo, venderlo y volver a empezar. Esa es, precisamente, una de las oportunidades que más claras están viendo los fondos de inversión que apuestan por crear holdings de clubes.