Messi será siempre uno de los nuestros

Messi tensión

Messi tensión / AFP

Lluís Mascaró

Lluís Mascaró

Antes de empezar el Mundial, todos los aficionados al fútbol del planeta hicieron sus cábalas (e incluso sus porras) sobre qué selecciones disputarían la final y qué equipo sería el campeón. Tengo que reconocer que yo aposté por un duelo por el título entre Argentina y Francia. He acertado. No porque sepa mucho o poco, tenga más o menos conocimientos, sino porque me dejé llevar por el corazón (Messi) y por el sentido común (Mbappé).

Me equivoqué (y mucho) en los otros semifinalistas: me fallaron España y Bélgica. Pero eso no hace falta explicarlo. O tal vez sí... La realidad es que la final entre Argentina y Francia es una final soñada por muchos. Porque es más que un partido de fútbol. Es un cara a cara entre el presente y el futuro. Es un cara a cara entre el mejor futbolista de la historia y el que pretende serlo. Entre el Rey y el sucesor. Y, curiosamente, entre el aspirante y el campeón.

Porque si Argentina quiere volver a ganar un Mundial 36 años después de ‘la mano de Dios’, Francia también quiere hacer historia y repetir el título del 2018. Solo Italia (1934 y 1938) y Brasil (1958 y 1962) lo han conseguido. Y de eso hace ya seis décadas. Apasionante, sin duda, el enfrentamiento que el domingo por la tarde (16.00 horas) paralizará el planeta. 

No me atrevo a decir qué selección es favorita. El pronóstico es muy incierto. Tanto Argentina como Francia tienen argumentos para presentar su candidatura. La Albiceleste, por supuesto, se agarra a la magia de Messi, que está siendo más determinante que nunca en Qatar. Es el líder indiscutible de un equipo que está forjado para ayudarle a ganar el único título que le falta en su brillante palmarés. Y los galos, evidentemente, tienen a Mbappé, pero también una solvencia y una pegada que les hace ser un rival terrible.

Pero no me escondo: me gustaría que ganara Argentina. Por Messi, naturalmente. Aunque en Francia jueguen dos blaugranas: Koundé y Dembélé. El legado de Messi es imborrable y, sentimentalmente, todavía sigue ligado al imaginario culé aunque lleve más de un año en el PSG. Messi siempre será uno de los nuestros. Jamás el Barça ha tenido un futbolista como Messi. Ni lo volverá a tener. Con Messi, el barcelonismo ha disfrutado como nunca y ha ganado como nunca. Y eso pesa. Es el pasado, sí. Pero es eterno.