Donde mejor habla Pep es sobre el césped

Guardiola

Guardiola, desesperado con los errores de sus jugadores / AFP

Ivan San Antonio

Ivan San Antonio

De Guardiola ya no se analiza su fútbol o sus resultados, ahora también se analiza si sus canutazos, un sustantivo inspirador al que ahora se conoce como ‘flaix interview’, son más o menos amables, empáticos o ariscos. Y Guardiola puede responder como le dé la gana mientras lo haga con educación, algo que no ha perdido nunca. Está en su derecho de, como hacen todos los entrenadores, empezar a jugar los partidos ante un micrófono y a quien le pique, que se rasque. El discurso seco del técnico quiso evitar interpretaciones interesadas de cierto periodismo madridista que todo lo pervierte. Ni siquiera pasar de la “prehistoria” colchonera (concepto que en ningún caso se ajusta al sentido original) a la “historia” merengue le sirvió de escudo ante quienes, haga lo que haga, le están esperando. A Guardiola ni le entienden ni le quieren entender. De ahí su silencio voluntario.

Algo de Cruyff

Pep tiene algo de Cruyff, no solo en lo futbolístico. Como asegura el periodista y escritor Simon Kupper, “Cruyff es el original y, por ello, Guardiola es menos interesante, pero es más eficaz”. Johan era un parlanchín. No callaba. Ni en el campo ni fuera de él. Guardiola tiene método hasta en las ruedas de prensa que prepara con su mano derecha, Manel Estiarte. El método es lo que le faltaba a Cruyff y, por ello, Pep es más eficaz y no le interesa divagar ni justificarse. No lo necesita. La lectura que debería haber hecho cierto periodismo madridista es que Guardiola, en el fondo, dio la razón a esos resultadistas que ahora también se sienten satisfechos incluso perdiendo y salieron felices del Etihad Stadium. El entrenador del Manchester City no estaba satisfecho con el resultado tras un baño de inicio a fin de su equipo.

El fútbol no solo va de ganar, sino de ganar todo lo ampliamente que se pueda y hacerlo con el fútbol que jugaron los ‘citizens’. El resto son relatos sin sustento, sin chicha, “amb més pa que formatge”. Cuando lo único que interesa es sacarle punta a todo para obtener el filo con el que atacar a quienes se han dirigido, lo mejor es callar como hizo Guardiola. Como suele decirse en el mundo del fútbol, es sobre el césped donde hay que hablar. Y eso es lo que hizo en Manchester y lo que intentará volver a hacer en el Bernabéu. El cruyffismo pragmático y metódico de Guardiola prefiere huir de guerras que no pueden ganarse y que, aún haciéndolo, son victorias morales (¿les suena?) que no sirven para nada. El miércoles, en juego, está disputar una final de la Champions y eso es lo único que cuenta. Para llegar a ella, Guardiola pudo empezar a desgastarse respondiendo como habría hecho Mourinho o centrarse en volver a ganar. Eligió lo segundo.