¿Para cuándo la Liga de filiales?

Riqui Puig, uno de los futbolistas del Barça B citado por Valverde

Riqui Puig, uno de los futbolistas del Barça B citado por Valverde / JAVI FERRÁNDIZ

German Bona

German Bona

El descenso este verano del Barça B fue desastroso y las consecuencias ya las estamos sufriendo. La Segunda División B es una categoría extremadamente difícil para un bloque compuesto por futbolistas que en su mayoría proceden del juvenil. La Liga 1|2|3, la Segunda A de toda la vida, es más competitiva, pero a la vez permite aflorar el talento en un clima menos ‘hostil’. Si me apuran, hasta la Tercera División, de donde salieron en su día Busquets y Pedro, por la edad media de sus futbolistas, sería mucho más adecuada.

El debate se zanjaría si de una vez por todas se organizara una Liga de filiales, donde los futbolistas pudieran jugar con rivales acordes a la edad y a los planteamientos futbolísticos. Para los equipos no filiales también sería bueno, la Segunda B es una categoría donde hay mucha presión por subir y salir del pozo. En algunas ocasiones se trata de equipos de ciudades importantes, capitales de provincia, y la exigencia es máxima. Y lleva a que, por ejemplo, Riqui Puig vuele por los aires dos o tres veces por partido. Y eso es del todo inadmisible.