Opinión

Libero y el efecto boomerang

El debate, al final, es si ha valido la pena vender una parte tan importante del negocio audiovisual

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Laporta, en el almuerzo con los medios

Laporta, en el almuerzo con los medios / EFE

Una de las claves del mandato de Joan Laporta está siendo los golpes de efecto, aquella que unos consideran audacia y otros una mera improvisación. Algo así se vivió este verano, cuando el FC Barcelona anunció que encontraba un nuevo pagador por las acciones de Barça Vision y que, además, iniciaba una potencial salida a bolsa que valoraba el negocio digital audiovisual en 1.000 millones. A unos poco les importó que un comprador fuera un inversor chipriota cuya identidad hoy aún se desconoce y el otro un fondo reconvertido al fútbol ese mismo mes de agosto que debía desembolsar el equivalente a toda su capitalización. Cuatro meses después, nos encontramos otra vez en ese momento: un mercado de fichajes e inscripciones donde no sabemos si habrá audacia o improvisación.

Empecemos por los hechos. LaLiga, que en el verano de 2022 sí aceptó los contratos y compromisos de pago con Socios y Orpheus Media, esta vez quiso curarse en salud y restó los 60 millones no cobrados del límite salarial para 2023-2024 hasta que los cobre. El Barça, a través de la agencia Efe, dio a conocer que iniciaba las acciones legales pertinentes para cobrar lo prometido por su potencial nuevo partner en una de sus filiales más prometedoras. La junta directiva se anotó una plusvalía extraordinaria de 208 millones de euros por toda la operación de Barça Vision para que los números cuadraran y el patrimonio neto ya volviera a ser prácticamente positivo.

Pasemos a los riesgos. El primero, y más importante, son las consecuencias económicas de que la operación se acabe cayendo si Libero no paga o no surge un tercer inversor que finalmente sí acepte la valoración realizada en su día y ponga el dinero por delante. El auditor ya advirtió en las últimas cuentas del excesivo nivel de ingresos no recurrentes, y lo normal sería que recomendara deteriorar (apuntarse un gasto, vaya) esos 40 millones ante el evidente impago, primero en junio, después en agosto y ahora ya en diciembre.

Más incierto es si podría advertir de que no se esté deteriorando el valor total de la filial, que es lo que salvó las últimas cuentas. Sería el peor escenario y el ejemplo del efecto boomerang de las mal llamadas palancas, ya que obligaría ahora a hacer un mayor ejercicio de constricción en materia deportiva cuando el resto de las grandes potencias del fútbol europeo ya han recuperado sus niveles normales de facturación y están en mejor disposición para fichar.

Un poco es lo mismo que se podría decir de la venta del 25% de los derechos de televisión de LaLiga a Sixth Street por 15 años. Misma operación que la de LaLiga con CVC, por menos tiempo que 50 años, pero mucha más parte del pastel que un 10%. Y otra diferencia. Mientras que aquello sirvió para cuadrar el ayer, lo segundo está financiando inversiones a futuro.

El debate, al final, es si ha valido la pena vender una parte tan importante del negocio audiovisual o jugar con operaciones extraordinarias en el tiempo de descuento y sin plenas garantías que pueden acabar pasando factura. Si realmente haber invertido más de 250 millones en fichajes gracias a esas palancas nos hace estar hoy mejor que ayer.