Opinión

Laporta y el futuro de Xavi

Laporta y Xavi, en la rueda de prensa en la que se anunció la continuidad del técnico

Laporta y Xavi, en la rueda de prensa en la que se anunció la continuidad del técnico / Dani Barbeito

Xavi quiere seguir en el Barça y así se lo hizo saber a Laporta el miércoles 24 del pasado mes. El técnico azulgrana le explicó al presidente que se veía capacitado para afrontar una nueva temporada, que el equipo estaba creciendo, que tenía a los futbolistas a su lado y que acataría cualquier sugerencia de la directiva para reforzar su staff. Es más, se definió como un hombre de club. Cosa, esta última, que es bien cierta. Ante esta explicación, Laporta cedió y se dejó convencer. Diez días después el equipo volvió a hacer el ridículo en Girona y las dudas regresaron al propio presidente, la directiva, el vestuario y la afición.

Tanto es así que, a día de hoy, en el club, no hay quien ponga la mano en el fuego porque Xavi sea el entrenador la próxima temporada. Todo el mundo respeta a Xavi, destaca su barcelonismo, resalta que es una excelente persona, pero las dudas sobre su gestión son las mismas que hace un par de semanas. Dudan los directivos, dudan los futbolistas más veteranos y duda la afición. Y Laporta, que conoce como nadie el barcelonismo y su entorno, observa, escucha, piensa y calla antes de pronunciarse.

Sabe el presidente que empezar una temporada con dudas sobre el entrenador es una mala opción, pero sabe también que rescindir su contrato tras ratificarlo comportaría duras críticas y agravaría la sensación de inestabilidad e improvisación. Así pues, la decisión no es sencilla, pero nadie descarta un golpe de efecto de esos que caracterizaban al presidente. Este lunes 12 de mayo el Barça puede recuperar la segunda posición, sin embargo, ya no es una cuestión de resultados. El problema son las sensaciones que transmiten Xavi y el equipo.

A día de hoy, todo está en el aire más de lo que parece. Quedan cuatro partidos y nada está decidido, pero por el bien del club, si Xavi se queda, debe tener el apoyo público de todas las partes. O sea, del presidente, los directivos y futbolistas. De lo contrario, tarde o temprano todo saltará por los aires.