Lamine Yamal y un producto llamado Ansu Fati

Lamine, junto a Ansu y Balde

Lamine, junto a Ansu y Balde / SPORT

Dídac Peyret

Dídac Peyret

 “Asombroso cómo ha naturalizado la masa blaugrana que Ansu Fati, hijo pródigo y gran esperanza no hace ni dos años, tenga que ser traspasado para poder fichar a treintañeros que acaban contrato”. Hace unos días asentía mientras leía este tuit del periodista del ARA, Xavi Hernández. La idea que más ruido hacía en mi cabeza no era tanto la intención del club de vender al futbolista, sino la naturalidad con la que la afición aceptaba su marcha.

Me hizo pensar en el consumo feroz de nuestros tiempos, en la inmediatez como mantra, y como la lógica severa del mercado también está atravesando nuestras pasiones. Ocurre con los vínculos (las aplicaciones de citas ofrecen ilimitadas posibilidades de usar y tirar) o la oferta cultural (la industria exige tanta novedad que apenas dejan huella). También me acordé de las palabras de Bojan cuando dijo “a los futbolistas nos tratan como un producto”. “Pasas de ser una persona a ser un personaje. Yo con 17 años tuve que competir contra la etiqueta del nuevo Messi”, avisó.

La irrupción de Lamine Yamal, en pleno debate sobre Ansu, subraya esa lógica rotunda del mercado y la necesidad salvaje de carne fresca. La comparación entre ambos establece un juego de espejos inquietante para Fati, que ve como un niño de 15 años ocupa las portadas y titulares que él mismo protagonizaba no hace tanto a una edad parecida. En tiempo récord ha pasado de transmitir el magnetismo de la juventud a descubrir la soledad del mundo adulto entre lesiones, críticas y promesas rotas. Bojan ya avisó del único camino. "La confianza es algo que nadie te da ni te regala. Hay que blindar la fe en ti mismo para que nadie te haga dudar"