Kanté, la kryptonita de Pep

Kanté, jugador clave del Chelsea

Kanté, jugador clave del Chelsea / AFP

Rubén Uría

Rubén Uría

ONCE KANTÉS. José Mourinho dijo en cierta ocasión que un equipo con 11 Azpilicuetas podría ganar la Champions. Lo que no dijo es que un equipo con 11 Kantés podría invadir con éxito el planeta Tierra. El guion estaba escrito. City posesivo y Chelsea reactivo. Guardiola a la carga y Tuchel a la contra. Balón contra espacio. Y en la trinchera de Oporto, pesó más el estilo del Chelsea. Y por supuesto, N’Golo Kanté. Un pimgeo con el radio de acción de un gigante, un diminuto coloso, una bestia parada, un acorazado de bolsillo que sacó la escoba y barrió todo el mediocampo del enemigo. El Chelsea, que fue superior y tuvo ocasiones de sobra para zanjar la final de no ser porque Werner dispara con balas de fogueo, encontró el gol en un despiste imperdonable de los de Pep. Mount levantó la cabeza, la zaga del City se abrió como las aguas del Mar Rojo con Moisés y Kai Havertz superó la salida desesperada de Ederson para clavar una estaca en el corazón “citizen”. De todo lo demás se encargó el tipo que podría invadir el planeta si se lo propusiera, Kanté.

KRYPTONITA PARA PEP. Los equipos de fútbol no son una sopa instantánea. Requieren paciencia, tiempo y cocción. La excepción a esa regla es el Chelsea de Thomas Tuchel. La trituradora “blue” es un equipo de autor efervescente, enérgico y volcánico. Un bloque agresivo, compacto e impenetrable. A Azpilicueta no le pasan ni los rayos X, Rudiger es el vigilante del muro, Kanté es el perro de presa ideal y Mount es puro veneno entre líneas. Autoritario en los duelos y letal al espacio, el Chelsea, después de hacer puré al Atleti del Cholo y papilla al Madrid de Zidane, gobernó la final táctica y emocionalmente. Dejó al City con la miel en los labios y Kanté fue la kryptonita que dejó sin superpoderes a Guardiola. El de Santpedor buscaba su tercera Champions, pero tendrá que esperar. El Chelsea potenció sus virtudes, escondió sus defectos y superó al rival en cada emboscada. Al frente, el guerrillero incansable, Kanté.