Opinión | El malecón

Los Juegos de ellas

Por primera vez en la historia, España se presenta en la capital del Sena con mayor convocatoria femenina (192) que masculina (190)

La selección española ya en Nantes.

La selección española ya en Nantes. / RFEF

Los Juegos de París que bien poco entusiasman a los parisinos pivotarán, entre otros, sobre tres vectores: las despedidas de la prodigiosa Simone Biles, el infinito LeBron James y el eterno Rafa Nadal; la presencia de más mujeres que hombres en la delegación española y el extraordinario potencial español en las competiciones por equipos. Los Juegos de la gente, sostiene la organización, volcada en centellear los grandes emblemas urbanos de la capital francesa. La universalidad de París no necesita tal exposición con el consiguiente engorro ciudadano, replican los críticos. Sin obviar, por supuesto, el temor terrorista en un mundo tan convulso como el actual, con la participación rusa castrada y la israelí en entredicho. Para templar gaitas, nada mejor que dar paso a los actores principales: los 10.500 deportistas de 204 países.

A la cabeza de todos, la portentosa Simone Biles, por suerte de regreso tras su colapso mental en Tokio. Un síncope que, para desgracia de la milagrosa gimnasta estadounidense, sirvió al menos para dar luz a los problemas síquicos de los deportistas, tantas veces un asunto tabú. Ahora, a los 27 años, cerca de la tercera edad para una gimnasta, Biles volverá a situarse bajo los focos de todo el planeta. Una sobrecarga que parece haber superado. Y con ella todo deslumbre es posible.

Doce años más tiene LeBron James, líder de otra versión del Dream Team, junto a Curry, Durant, Embiid, Tatum y compañía. Serán los cuartos Juegos para la leyenda de Ohio, que va de registro en registro. De vuelta de París compartirá vestuario con su hijo mayor, Bronny, de 19 años.

Tampoco es menor el reto de Rafa Nadal, que con 38 años no se rinde ni a pelotazos y aún se proyectará en su cuarta cita olímpica. El español compartirá el doble con el fenómeno emergente Carlos Alcaraz, diecisiete años más joven. El ayer y el hoy se dan la mano en el cambio de agujas del tenis español. Una pareja tan simbólica como emotiva.

Por primera vez en la historia, España se presenta en la capital del Sena con mayor convocatoria femenina (192) que masculina (190). Un “sorpasso” natural que se explica a partir de los resultados en Londres 2012 y Río 2016, donde ellas ya fueron más productivas que ellos. Trece medallas de mujeres por seis de los hombres en la cumbre inglesa y nueve por ocho en la edición brasileña. Síntoma del imparable ascenso de las deportistas, tenaces y tenaces para esquivar tantas y tantas barreras. Y no son pocas las aspirantes al podio en París: Ana Peleteiro, Adriana Cerezo, Carolina Marín, Marta García, Maialen Chorraut

Eso sin contar con las de aquellas de competiciones por equipos. Un hecho fantástico del deporte español. ¿Cómo se explica que un país donde solo hay cinco ligas profesionales -dos de fútbol masculino y la femenina, más el baloncesto y el balonmano de hombres- España compita en once modalidades, solo por detrás de Estados Unidos y Japón? El fútbol, baloncesto, balonmano, hockey hierba y waterpolo tendrán doblete. Y el baloncesto 3x3 femenino también tendrá recorrido. Tan solo se han descolgado el rugby y el voleibol de sala. Una España de clubes, un vivero fuera de lo común si se tiene en cuenta que, ni mucho menos, todos son el Madrid o el Barça. París, al margen de otros éxitos, podría certificar la hegemonía del fútbol patrio. Los campeones de Europa actuales son el Madrid (masculino) y el Barça (femenino). Ellas llegan como campeonas mundiales y ellos como campeones de la Eurocopa. En París, todas las puertas abiertas para unos y otras. En global, superar las 22 medallas de Barcelona. Mucho que dirimir en unos Juegos con tanto que ver y varias nostalgias por el camino.