El invento puede irse al carajo

Eduard Romeu, vicepresidente ecómico del Barça

Eduard Romeu, vicepresidente ecómico del Barça / JAVI FERRÁNDIZ

Joan Vehils

Joan Vehils

Eduard Romeu tiene una manera de comunicar que la podríamos denominar a la catalana. Un estilo más propio del presidente, Jordi Pujol, que de un dirigente deportivo. O sea, que transmite más confianza y proximidad que algunos economistas de la capital que visten con traje de rayas, pañuelo en el bolsillo y gemelos de marca en los puños de la camisa.

Tiene también esa capacidad de explicar las cosas de manera sencilla, sin entrar en demasiados detalles, pero dando la sensación que todo está controlado. En definitiva, como suele decir Evarist Murtra, socio 603, senador del Barça y el principal causante que Guardiola y UNICEF se unieran al Barça, una persona a la cual uno le dejaría sus hijos el fin de semana…

Durante su comparecencia, Romeu ríe, sonríe, pone ejemplos prácticos y parece no tener nada que amagar sin esconder que la situación económica sigue siendo grave, aunque asegura que el club está mucho mejor que hace tres años. Afirma, eso sí, que la losa de la deuda de 1.200 millones está ahí y no esconde que sin vender esas palancas que el mismo inventó, la situación sería crítica.

Desde la temporada 2017/18 el club pierde cada año unos 200 millones de euros explicó también el presidente económico. La cifra espanta y no parece fácil de revertir en los tiempos que corren y menos jugando en Montjuic. Es verdad que Laporta ha devuelto parte de la ilusión que había perdido el barcelonismo y que el círculo virtuoso tiene inicios de poder volver a rodar, pero la deuda sigue ahí. Además, como dijo el propio vicepresidente: ‘En el Barça, un año normal es imposible’. En este punto erró. Debió decir una semana o un día. Ayer mismo, mientras hablaba en rueda de prensa, el juez, Joaquín Aguirre, decidió imputar al presidente Laporta por el caso Negreira, con todo lo que eso comporta.

En fin, que uno quiere creerse a Romeu, pero ve difícil empezar a reducir la deuda sin seguir vendiendo patrimonio. Se agradece su tono moderado de Romeu, aunque como el mismo aventuró: ‘No podemos despistarnos o el invento se va al carajo’.