Injusticia injustificable con Alba; justicia con Sergi Roberto
Los caminos de las decisiones de Luis Enrique siguen siendo inescrutables. Lo fueron a menudo en el Barça, por lo visto ayer lo seguirán siendo en la Selección. La primera lista del entrenador asturiano nació con una bomba incrustada, la no convocatoria de Jordi Alba, pieza indispensable del Barça y de La Roja en los últimos años. La ausencia del lateral blaugrana es chocante porque es deportivamente injustificable: ni el rendimiento de Alba ha bajado (más bien al revés), ni ha dejado de ser titular en el Barça ni hay ningún condicionante físico. Se podría entender, por ejemplo, que Marcos Alonso jugara de titular, pero que el lateral del Barça ni siquiera pueda ser suplente es algo tan difícil de explicar que necesariamente lo que lo justifica es lo que no se explica. Y lo que no se explica es, sencillamente, que la relación entre Luis Enrique y Alba acabó muy deteriorada y luego ha sido inexistente.
Luis Enrique debería haberse comido el orgullo y gestionar la situación con mano izquierda, pero entonces quizás no sería Luis Enrique. El resultado, sin embargo, hace sospechar que ha antepuesto sus fobias personales a los intereses deportivos. Mal asunto. La convocatoria tiene también otros aspectos discutibles, no solo por los que no van sino también por alguna sorprendente novedad: destaca la ausencia de Koke, más que nada porque el colchonero estaba destinado a empujar la renovación de La Roja, y es realmente folclórica la convocatoria de Ceballos, que la temporada pasada jugo solo 12 partidos de Liga con el Madrid, de los cuales cuatro de titular. La comparación con Alba es odiosa: un titular indiscutible y pieza básica del Barça queda fuera, una pieza marginal y marginada del Real Madrid, seleccionada.
La apuesta de Sergi Roberto Por suerte, la convocatoria ha tenido también un factor extremadamente positivo, con la merecidísima convocatoria de Sergi Roberto. Luis Enrique repara así el terrible y también injustificable error que en su día cometió Lopetegui. En la rueda de prensa de ayer, el seleccionador quiso destacar, con razón, que Roberto es un “jugador total” y que puede ocupar cualquier demarcación.
Queda claro que el futbolista de Reus ha sido y sigue siendo la gran obra de Luis Enrique, que en su día apostó por él sin fisuras y lo catapultó con su confianza a lo más alto. Los destinos de Jordi Alba y Sergi Roberto sufrieron ayer un vuelco radical: uno pierde la confianza que tenía con el anterior técnico, el otro la recupera. Prueba de que en el fútbol el destino está demasiadas veces ligado a caprichos muy difíciles de explicar.
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