Opinión

Una herida por la que se desangra el FC Barcelona

Ferran Reverter y Joan Laporta

Ferran Reverter y Joan Laporta / Valentí Enrich

Señoras y señores de los extremos, quédense en sus trincheras, guarden sus escopetas recortadas, navajas y puños de acero. También su bilis, no vaya a ser que les entre una úlcera de estómago. Si después de cada partido que jueguen Barça y Real Madrid, desde todos los bandos, van a estar haciendo ajustes de cuentas y sacando pecho en función del resultado, que Dios nos coja confesados. ¡Que estamos a finales de agosto y esto es muy largo! Los juicios sumarios, en mayo, cuando veamos si a este Barça, que tiene una pinta buenísima, le llega para competir por todos los títulos. Por otra parte, no sería algo excepcional, sería lo normal, porque es lo que siempre se le debe exigir a un Barça que, recordemos, no estará en junio en el Mundial de Clubs por deméritos propios.

Sí podemos hablar de hechos consumados, de esa ‘pandemia’ que silenciosamente, y de la que nadie habla, está desangrando y debilitando al FCB cada semana. Desde el ya lejano abril de 2021 hasta el día de hoy han salido de todos los departamentos del club más de 140 trabajadores (altos ejecutivos, cargos intermedios y empleados cualificados). Despedidos o bajas voluntarias. Una barbaridad.

No hay multinacional, empresa de prestigio ni organización alguna que pueda funcionar con los estándares más altos de excelencia (que es lo que se le pide al FCB) si todo el talento humano se marcha, cansado de lo que está viendo y del funcionamiento de una institución que nadie sabe muy bien cómo está dirigida. ¡Ya quisiera parecerse a una empresa familiar¡ Esta semana se han conocido las salidas de otros tres excelentes profesionales.

No es casualidad, créanme. ¿Qué está ocurriendo en el FCB? Los altos ejecutivos que se han ido por la puerta de atrás, como Ferran Reverter, de momento, han hecho ‘mutis por el foro’. Y sería deseable que algún día explicaran sus salidas.

Solo sabemos lo que a cuentagotas nos llega de sus familiares y amigos... Y no es nada bueno. Por ejemplo, aún seguimos esperando, año y medio después, que Jordi Llauradó detalle porqué dimitió como directivo y máximo responsable del Espai Barça. Las razones del adiós de Eduard Romeu las conocimos después de la despedida que le regalaron. Un ejecutivo puede callarse sus razones, pero un directivo debería entender que los socios tienen derecho a saber la verdad, porque fueron ellos quienes le eligieron. Señor Llauradó: ¿Qué ocurrió con el Espai Barça?, ¿Por qué no votó a favor de Limak?, ¿Por qué no aprobó la financiación? Todo eso, más pronto que tarde, tendrá que saberse. La verdad y solo la verdad. En esto y en todo.