LA OPINIÓN

¿Por qué se han terminado las rotaciones?

Luis Enrique

Luis Enrique / sport

Albert Masnou

El Barça es un equipo que se ha hecho pequeño con el paso de los meses. Empezó gigantesco pero las luces del tridente se han ido comiendo a unos y a otros. Primero al entrenador, que se ve maniatado en sus decisiones por la idiosincrasia de estos jugadores a quienes no puede rotar, no puede cambiar y no se atreve a dar órdenes. Solo puede decir abracadabra. Y dar un paso atrás a la espera de que la magia fluya. Y así hemos vivido hasta que la magia dejó de fluir. Abracadabra se ha convertido en una losa que demuestra los condicionantes del entrenador en la gestión del grupo. Luis Enrique, con el paso de los meses, asume el rol de acompañante cuya función parece reducida a la de rotar a Sergi Roberto, Arda, Alves y Rakitic, los únicos a los que se veía capaz de sentar. El resto no los tocaba. O no se atrevía sea por jerarquía o porque carecía de un plan B. Las rotaciones tan fructíferas en la pasada temporada han dejado de ser un ejemplo en la presente.

SIETE INTOCABLES. Y con esta decisión, el equipo se ha reducido a la mínima expresión porque hay siete jugadores a los que no se discute (Piqué, Mascherano, Busquets, Iniesta, Suárez, Neymar y Messi), que lo juegan todo y que han llegado a la fase decisiva sin chispa. La clase media ha ido desaparecido y el margen de maniobra de Luis Enrique se reduce por carecer de planes B o de opciones alternativas ante rivales que frenan ofensivo del tridente.