La han liado mucho, ¿no?

Alexia y Paredes ofrecen la Copa del Mundo a la afición en Córdoba

Alexia y Paredes ofrecen la Copa del Mundo a la afición en Córdoba / EFE

Maria Tikas

Maria Tikas

Volvía de Gotemburgo, ya en el segundo avión de Frankfurt a Barcelona y habiendo dormido menos de tres horas, y encendí el ordenador para escribir. Un texto que hablaba sobre cómo las jugadoras de la selección habían logrado tanto en tan pocos días. Y se me escapó una sonrisa. De felicidad. De liberación. Porque pensé, por primera vez, que habían ganado la partida. 

"¿Periodista?", me dijo una voz desconocida. Era el chico que se sentaba a mi lado, un saludo desde aquí, si me lees. Le expliqué que sí, que estaba cansada, que habían sido unos días duros y muy intensos para todos. De trabajar mucho, dormir poco y comer mal. Pero que sentía orgullo por cómo había ido la semana, no por mí, por ellas. Me dijo que no estaba muy puesto con el tema, pero que había escuchado que algún periodista en alguna tertulia "les había metido mucha caña". Y asentí. "Pero no le falta razón. La han liado mucho, ¿no?"

Me quedó clavada esa frase. Era lo último que quería escuchar en ese momento. ¿Otra vez? Estaba convencida, de verdad, de que había quedado todo muy claro con la rueda de prensa de Alexia Putellas e Irene Paredes, ambas impecables. Pero no importaba. Porque ya podrían haber dicho todo lo que ellos necesitasen escuchar, que el que no quiere entender -y no hablo del chico del avión, que ya había dicho que no estaba muy puesto con el tema aunque se tomó la libertad de juzgar sin conocer, sino del periodista que estuvo escuchando en la radio- no va a moverse de ahí. Se lo expliqué, otra vez, me dijo "ah, interesante". Se puso los auriculares y giró la cabeza.

La han liado mucho. Muchísimo. Pero es así es como se cambian las cosas y, por ende, cómo se logra que la sociedad evolucione. Si no la hubiesen liado ellas, nadie lo hubiese hecho. Y todo seguiría igual. Con altos cargos en la Federación a los que nunca les importó el fútbol femenino y que participaron, permitieron, escondieron o aplaudieron un abuso que todo el mundo vio.  

Tan poco les importaba el fútbol femenino que subestimaron su poder. Y eso acabó con ellos -con algunos, no todos, porque todavía tienen que haber más cambios-. Porque ellas, las jugadoras, mantuvieron el pulso hasta el final. Sabían que tenían las de ganar. Porque si ellas se iban, se quedaban sin nada. 

La cumbre de Oliva y este parón tan agotador como histórico han marcado un antes y un después. En el fútbol y en la sociedad. Muchos tenían ganas de verlas perder. Pero ganaron. En casa de la número uno. Sin dormir ni entrenar. Con estrés y ansiedad. Y lo volvieron a hacer en Córdoba, contra Suiza, con récord en la grada y el apoyo de muchos otros países. Con Alexia e Irene levantando, esta vez ellas sí, capitanas, la Copa del Mundo. Todo se va poniendo en su sitio. La han liado mucho, ¿no?