Los 'halcones' sobrevuelan al fútbol europeo

El Madrid teme al arbitraje por las amenazas de Ceferine

El Madrid teme al arbitraje por las amenazas de Ceferine / AFP

Marc Menchén

Marc Menchén

La pandemia ha sido un golpe tremendo para todos. También para el fútbol, que según la UEFA se dejará entre 7.200 y 8.100 millones de euros en ingresos entre 2019 y 2021. ¿El problema? Que los clubes han demostrado que la flexibilidad de los ingresos en función del ciclo económico -sea al alza o a la baja- choca de pleno con la rigidez del gasto. Los equipos de fútbol, que destinan el 49% de sus ingresos al pago de nóminas de los futbolistas, tienen comprometidos 34.000 millones en salarios a medio plazo... sin saber si en dos años tendrán los mismos recursos anuales que cuando firmaron esos contratos.

Y aquí una de las pocas cosas buenas que puede dejar la etapa post-covid: entender que el problema del fútbol moderno no es de ingresos, como nos dicen desde la Superliga, sino de control del gasto. La ‘Ley Bosman’ dio la llave del negocio a jugadores y agentes, sabedores que siempre podría negociar mejoras económicas el penúltimo año de contrato ante el riesgo para el club de que se marchara libre al siguiente. Así, hemos visto cómo cada espectacular salto de ingresos se ha traducido automáticamente en más salarios pero no a la inversa cuando se ha producido un abrupto retroceso.

La UEFA advierte que medio centenar de equipos están en riesgo de quiebra, que los clubes van a necesitar inyecciones de capital por más de 3.000 millones de euros y que, ahora sí, se impone una reforma del ‘fair play’ financiero. Los halcones de Aleksander Ceferin empiezan a decantarse por la ortodoxia de Javier Tebas, que desde 2012 marca a los clubes cuánto pueden gastarse en salarios y fichajes en función de sus deudas y gastos ya asumidos. Es lo que llaman un control económico a priori, necesario cuando sabes que quien tendría que autoimponerse la disciplina financiera necesita que alguien se la imponga. Bien por incapacidad propia, o por necesidad de un chivo expiatorio a quien culpar ante la afición cuando no se pueden realizar determinados fichajes.

La fórmula gustará más o menos, pero es la única que ha demostrado que encauza la viabilidad económica de los clubes. Y ese es el primer asunto para resolver por la UEFA, que en una semana de anuncios también ha hecho pública la creación de una mesa de diálogo para debatir el futuro de las competiciones. Veremos si Real Madrid, Barça y Juventus son invitados a la mesa. Ceferin ya puso precio a la penitencia.