Griezmann juega al despiste

Griezmann, en la concentración de Francia

Griezmann, en la concentración de Francia / AFP

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Griezmann está jugando al despiste. Dice a todo el mundo lo que quiere oír. Y mantiene una exquisita prudencia a la espera de que llegue el 1 de julio. Hasta entonces, todas las declaraciones que haga serán idénticas. Navegará entre dos aguas y asegurará que todavía no ha decidido su futuro. Cuando la realidad es que su futuro está en el Camp Nou. Lo sabe el jugador. Lo sabe el Barça. Y, por supuesto, lo sabe también el Atlético. Aunque los dirigentes rojiblancos hagan como el propio Griezmann: jugar al despiste para que la afición colchonera no se les eche encima.

El ‘culebrón Griezmann’ (muy del gusto de los medios de comunicación, por cierto) está siguiendo los mismos parámetros que el ‘culebrón Neymar’ del verano pasado. Y acabará con idéntico resultado: con el club comprador (en este caso, el Barça) pagando la cláusula de rescisión y el futbolista cambiando de equipo. Si el delantero francés tuviera la intención de seguir en el Atlético (con el que tiene contrato en vigor hasta el 2022), ha dispuesto de muchas oportunidades en las últimas semanas para decirlo. Pero no lo ha hecho. Todo lo contrario. Ha desaprovechado cada una de sus intervenciones públicas. Y no ha aclarado su futuro. Precisamente porque no quiere hacerlo. O porque no puede hacerlo. Griezmann no puede anunciar que se va al Barça porque no depende de él. Depende de que el club blaugrana pague la cláusula. Y eso no sucederá, como muy pronto, hasta el 1 de julio. Incluso puede que se retrase hasta después del Mundial.

En el Barça están tranquilos. Muy tranquilos. Saben que todo está atado. Y bien atado. Aunque no haya nada firmado. Pero no pasa nada. El club blaugrana tiene la mejor garantía: la voluntad (y el sueño) de Griezmann de jugar junto a Messi.