Opinión

La gran lección de Míchel

Míchel, con el lema 'Míchel català' en Montilivi.

Míchel, con el lema 'Míchel català' en Montilivi. / @GIRONAFC

Ver jugar al Girona me genera cierta envidia. Convicción, sentimiento, talento, intensidad, riqueza táctica, humildad... ¿Quién no quiere eso para su equipo? Míchel ha sido capaz de imprimirlo en sus jugadores jornada tras jornada. Pese a que el Real Madrid ha ganado LaLiga, el Girona ha sido el equipo que apetecía ver cada fin de semana. La serie que todo el mundo devora nada más estrenarse. El resultado es una clasificación para la Champions y un segundo puesto más que merecido, pero no caigamos en el error de dejar al lado la magnífica producción que hay detrás.

El 19 de junio de 2022 el Girona ascendía a Primera. El 4 de mayo de 2024 confirmaba su plaza para la próxima Champions. En el fútbol muchas cosas funcionan como en la vida misma. Nada es para siempre ni todo se consigue únicamente por confiar y creer, eso está claro, pero la valentía que Míchel ha exigido a sus jugadores ha tenido premio, demostrando que a veces, los sueños se hacen realidad. Pero hay que pelearlos cada día.

¿Qué motivos tiene un entrenador para sentirse orgulloso de su trabajo? Evidentemente, por los resultados. Míchel los ha conseguido. También por el juego, y ningún equipo ha gustado como el Girona. Y el factor más emotivo de todos, conectar con la afición, los jugadores y la ciudad. Fíjense, un madrileño ha enamorado a Girona. Aunque a muchos les parezca impensable, el vínculo de Míchel con el club y su gente es inmenso.

'Míchel catalán, Míchel catalán', coreaba Montilivi entero tras derrotar al Barça. Porque Míchel es un 'gironí' más, y lo será para toda la vida. Sí, también porque se ha esforzado por hablar catalán. Lo sorprendente es que exista cierta gente a la que le ofende que un entrenador haga todo lo posible por implicarse con el proyecto que dirige. Y eso, en cierto modo, pasa por entender la cultura del sitio en el que se desarrolla. Seguramente, el cariño incondicional de todo Girona sea el mayor regalo que se lleve de Montilivi el día que decidan separar sus caminos.

De Míchel se pueden aprender muchísimas cosas, pero si alguna vale la pena por encima del resto, tiene que ver poco con el fútbol. Cada discurso del madrileño es para escuchar con papel y boli a mano, porque encarar la vida como el Girona sus partidos es un acierto casi seguro. El fútbol es como un estado de ánimo y el Girona ha sido la felicidad. Porque del Girona está permitido disfrutar aunque no se sea un ‘gironí’ más. Y nunca es tarde para atreverse, ser valiente y confiar.