Gracias, gracias y un millón de veces gracias

Lio Messi

Lio Messi

Lluís Mascaró

Lluís Mascaró

Tristeza infinita. Tristeza absoluta. Tristeza total. Tristeza. Y lágrimas. Lágrimas de dolor. Lágrimas de rabia. Lágrimas de impotencia. Lágrimas de incomprensión… Messi lloró en su despedida del Barça. Y con él lo hicieron los culés de todo el mundo. Su sorprendente y dramática marcha ha dejado al barcelonismo en estado de shock. Y la imagen del crack argentino absolutamente roto en su rueda de prensa ha provocado una oleada de incredulidad. ¿De verdad el club ha hecho todo lo posible para que Messi no se fuera? La duda nos corroe. Laporta dijo que era imposible inscribir al mejor jugador del mundo por culpa de la nefasta herencia recibida y la inflexible norma de LaLiga sobre el fair-play financiero. De acuerdo. ¿Pero no se ha encontrado ninguna otra salida? ¿No se ha podido buscar una solución imaginativa?

Cuesta mucho, muchísimo, entender que Messi se vaya cuando él quería quedarse. Aceptó una rebaja del 50 por ciento de su ficha. Y no fue más porque nadie se lo pidió. Da la sensación de que aquí no se ha explicado toda la verdad. Hay algo que se nos escapa. El giro radical de la situación en unas horas (del acuerdo total del miércoles a la salida del club del jueves) genera dudas no resueltas. Como la fría rueda de prensa de Laporta. O los silencios (mordiéndose la lengua) de Leo en su comparecencia. Los culés, que ayer lloraron (lloramos) con la despedida de Messi, merecen saber la verdad. Espero que algún día, más pronto que tarde, alguien la explique.

Nos quedamos, de momento, con el llanto desconsolado del crack argentino. Que es la mayor demostración de amor al Barça que jamás ha hecho. Han sido 21 años en el club. Más de media vida. Llegó siendo un niño desgarbado. Se va siendo un hombre casado y con tres hijos. Y una estrella. La mayor estrella que nunca ha pisado el Camp Nou. Un estadio que no podrá despedir a Messi como se merece. La maldita pandemia (que tanto ha afectado también a la economía de la entidad) evitará esa última ovación. Hubiera sido atronadora. Los cimientos del campo habrían temblado. Como lo hicieron ayer todos nuestros corazones. De emoción. De pena. Y de rabia. ¿Por qué se va Messi? Desde aquí gracias, gracias y un millón se veces gracias, Leo. Nos has hecho muy felices. T’estimem. Te queremos. No tardes en volver…