El fútbol le debe un Mundial a Messi

Scaloni abraza a Messi tras el Argentina-Holanda de cuartos de final.

Scaloni abraza a Messi tras el Argentina-Holanda de cuartos de final.

J.Mª Casanovas

J.Mª Casanovas

Hoy es el día más importante en la vida deportiva de Messi. Hora y media de tensión, responsabilidad y nervios le esperan. Está a un palmo de la gloria y a un paso del desencanto. Si levanta la Copa del Mundo se convertirá en un héroe, si Argentina sale derrotada le veremos llorar de dolor y rabia. Es su último Mundial y el fútbol está en deuda con él. Le ha dado tanto al deporte rey que merece vivir un broche de oro.

El fútbol es un juego reñido con la justicia, donde no siempre gana el mejor ni el que más lo merece. Leo sabe lo mucho que se juega y lo difícil que será ganar a Francia. Es un partido donde el corazón domina a la cabeza, las ansias de victoria son a la vez un acicate y un freno. Orgullo, ambición y ganas no le van a faltar para sumar el único título que le falta a su brillante carrera. Apostamos por la victoria de la Argentina de Messi para que pueda convertirse en el más grande de la historia.

A estas horas la mente del crack argentino no para de darle vueltas al partido. Que nadie espere un juego espectacular. El miedo a perder es traicionero, nadie se lanzará al ataque a pecho descubierto. Argentina es un ejército de sargentos dispuestos a sacrificarse por su capitán general.

Francia es una orquesta dirigida por Griezmann con Mbappé de trompetista. Será un choque de pocos goles, el que marque un tanto lo defenderá como si fuera el botín de su vida. El palmarés encumbra al vencedor mientras que el subcampeón queda como un perdedor. Es tanto lo que se juegan, el título más valioso del mundo, que el fondo eclipsa la forma. El marcador gana a las tácticas.

El Mundial de Qatar, pase lo que pase hoy, será recordado como el Mundial de Messi y en el que Mbappé se ha ganado la condición de sucesor. El argentino lleva tiempo soñando que hoy puede ser su gran día, el poder mental sobre sus compañeros es mágico. Una mirada es un mensaje, un gesto una orden, un grito una consigna. Cuando se pone la camiseta albiceleste su transformación es tan manifiesta que se crece como si fuera el mítico Maradona. Cree que ha llegado su momento para ser campeón del mundo. Nada que ver con el jugador callado y tímido del Barça.

Dicen en Argentina que Messi en este Mundial Maradona. Se ha convencido que para ser un Dios del fútbol, no solo hay que ser el número uno en el campo sino que fuera hay que tener la personalidad y protagonismo que tuvo Maradona. No pretende imitarlo en su vida atropellada, pero si quiere imponer respeto y admiración para ser reconocido como un icono. En Qatar Leo ha aprendido a ejercer de líder con coraje y valentía.

Es capaz de plantarse ante Van Gaal con gesto desafiante y de decir bobo a un rival a la cara. Se siente fuerte, querido y reconocido. En las ruedas de prensa ejerce de líder y habla con pasión de crack en las televisiones. Los éxitos con la selección le han ayudado a sacarse la careta de buen chico, los años y la experiencia ha potenciado su carácter hasta el punto de que su matrimonio con los aficionados le hace feliz. Prueba de ello es que celebró el pase a la final como si hubieran ganado el título, nunca se había celebrado de esta manera una victoria en semifinales. Imagínense lo que puede suceder esta tarde si Messi levanta el trofeo de oro. Apoteosis Mundial.