La fórmula para salvar la economía del Barça

LaLiga, en su tradicional rueda de prensa para anunciar los límites salariales tras el mercado de invierno, anunció que el club blaugrana es el primer cuyo techo de gasto es negativo

La incapacidad de la junta saliente para imponerse ante el vestuario, unido a la inacción de la gestora y la reestructuración impuesta por la entrante explican esos 144 millones de euros negativos

Joan Laporta, Jordi Cruyff, Rafael Yuste y Mateu Alemany cerraron un buen mercado de fichajes de invierno

Joan Laporta, Jordi Cruyff, Rafael Yuste y Mateu Alemany cerraron un buen mercado de fichajes de invierno / SPORT.ES

Marc Menchén

Marc Menchén

Una fórmula matemática. Una hoja de Excel. E información de primera mano. El reglamento de control económico es un farragoso documento que ya supera el centenar de normas, pero que se condensan fácilmente en un saldo de sumas y estas bajo una idea: no gastar más de lo que se genera. Así nació el control económico en 2013 para revitalizar un fútbol profesional al que la nefasta gestión de algunos abocó a una difícil situación.

Un fair play financiero que la pandemia ha tensionado, parcheado con soluciones temporales para dar aire a los clubes sin perder la disciplina lograda antaño. Y ahí está el FC Barcelona, que se dejó llevar en 2017 con Josep Maria Bartomeu y su obsesión por los mil millones de ingresos y quedó estrangulado por la Covid-19. LaLiga, en su tradicional rueda de prensa para anunciar los límites salariales tras el mercado de invierno, anunció que el club blaugrana es el primer cuyo techo de gasto es negativo, y lo es en 144 millones de euros. ¿Esto qué quiere decir? ¿Qué el Barça no puede pagar? ¿Que un futbolista debe pagar por vestir la elástica blaugrana?

Vayamos por partes. LaLiga comunica a cada club antes de cada ventana de fichajes cuánto puede destinar a salarios y amortizaciones por futbolistas. La cifra es el resultado de sumar todos los ingresos garantizados para la temporada (para traspasos y taquilla se cuenta la media de los tres años previos), una cifra a la que se resta lo que cuesta mantener operativo el club, los importes de deuda que deben devolverse en los próximos doce meses y, si hubo pérdidas antes, también esa cifra. ¿Para qué? Para asegurar que, comprometido el gasto en plantilla deportiva, el club va a poder atender a todos sus pagos con terceros.

Esa fórmula funcionó relativamente bien, hasta que Bartomeu optó por aprovechar las altas plusvalías de la venta de Neymar para entrar en una rueda por la que cada año anunciaba ingresos más altos de los que tenía asegurados. Así, presentaba un presupuesto que cuadraba en la asamblea y se ajustaba a las normas de LaLiga para recibir el visto bueno al límite salarial que sostenía el equipo. Al final de año, llegaban los trueques que salvaban un año para hipotecar los siguientes.

Esa rueda, que algunos criticamos por ser demasiado arriesgada para un club sin un gran mecenas detrás, reventó con la pandemia. El desplome de ingresos y la congelación del mercado de traspasos provocaron un agujero de 101,2 millones en 2019-2020. Esa situación obligaba a medidas drásticas que no se produjeron en 2020-2021, como una nueva rebaja salarial (el Real Madrid logró una reducción del 10% generalizada) y la venta de futbolistas. Nada que no hicieran el resto.

Sin embargo, la incapacidad de la junta saliente para imponerse ante el vestuario, unido a la inacción de la gestora y la reestructuración impuesta por la entrante explican esos 144 millones de euros negativos. De hecho, el Barça arrancó LaLiga con un límite salarial de 97 millones porque la patronal ya preveía unas pérdidas de casi 240 millones en mayo de 2021. Pero la devaluación de la plantilla (138 millones) y la dotación de provisiones (90 millones) agravaron la situación. No porque suponga que el club estuviera peor, sino porque la norma se pensó para que cada año se absorban las pérdidas del anterior. Y eso implica, automáticamente, que haya menos margen sobre el papel para jugadores.

Decimos sobre el papel porque en ninguna cabeza cabe que esa sea la cifra con la que trabaja la dirección de fútbol que capitanea Mateu Alemany. El Barça está excedido, como otros 14 equipos, pero no está incumpliendo el control económico: inscribe en función de lo que libera con la flexibilidad que introdujo hace dos veranos Javier Tebas. Un insulto para muchos, un exceso de libertad para los que sí venían cumpliendo las normas y ven trato de favor para los blaugranas. Todo depende de la bufanda. Ni hay multas, ni expedientes, pese a que este año se contemplaran 470 millones de masa salarial deportiva.

Y lo mismo pasará en 2022-2023. El Barça irá inscribiendo en función de lo que vaya liberando. Pero que nadie confunda inscribir con sostenibilidad. El club hoy aún está muy lejos de la sostenibilidad económica que se espera. Eso sí, operaciones extraordinarias como las de CVC, Barça Studios o ventas de jugadores con caché serán pasos importantes, necesarios y urgentes. Mientras, poco sentido tiene pensar en competir por los grandes cromos de este verano.