El extraño caso de Ousmane Dembelé

Dembélé, en el vuelo del Barça a Las Vegas

Dembélé, en el vuelo del Barça a Las Vegas / FCB

Alfredo Martínez

Alfredo Martínez

¿ Héroe o villano? ¿ Ángel o demonio? No me atrevería a afirmar rotundamente ni una cosa ni otra, y eso que el “mosquito” es un jugador que no deja indiferente a nadie, o le adoras y admiras sin condiciones o le denostas y ninguneas como poco fiable. De lo que estoy seguro es de que no le pondrán un monumento en el Camp Nou, pero ha demostrado mucho más compromiso que otros futbolistas más alabados.

Dicen que en el término medio está la virtud y debe ser cierto. Ni héroe ni villano. Un tipo peculiar, muy peculiar. Como su fútbol.

Dembelé entró mal en el club, fichaje carísimo, se lesionó de larga duración a las primeras de cambio y encadenó lesión tras lesión en sus primeras temporadas. Impuntual y desorganizado en sus primeros años, parecía perdido para la causa. Incluso le pusieron mala prensa, a veces injustamente. Era muy joven y se le vino todo encima.

Ha sido un Curro Romero del balón. Genial y desesperante a la par. Brillante e irregular, diferente y delicado, absolutamente imprevisible. Cada partido de Dembelé era una caja de sorpresas. O se echaba el equipo a la espalda o era una rémora que perdía balones y desesperaba al resto del grupo. Pero era diferente, muy diferente y diferencial, y esa es su principal virtud. Pocos, muy pocos jugadores en el mundo tienen su capacidad de desequilibrio. Por eso Xavi, que fue su gran valedor y le recuperó en un momento muy crítico, le adora.

Muchos me recordaran las lesiones y tantos partidos que se ha perdido en estos seis años, sí, y es cierto, aunque al final ha enderezado su irregularidad y esquivado algo las lesiones.

Ese mismo Dembelé que se rebeló contra el club y pese a ser condenado a la grada en Bilbao en un choque copero, se comprometió con Xavi y le dio su palabra de que metería la pierna hasta el final de la temporada, y que no había firmado nada con ningún equipo. Arriesgó por el Barcelona sin tener seguro su futuro y renovó en las condiciones que ya conocemos.

Podría haberse ido ya al PSG pagando la cláusula de rescisión de 50 M de € pero ha preferido salir bien del club.

Dembelé tiene un talento descomunal, quizás descontrolado a veces, pero es jugador de equipo grande. No habrá muchas viudas que le lloren al partir pero ha dejado su impronta de jugador especial.

Lo más importante ahora debe ser cómo cubrir su hueco, como hacer que su adiós sea menos preocupante.

Ousmane me emocionó más de una vez en el campo y me maravilló con algunas de sus jugadas geniales, pagaría una entrada por verle jugar en plena ebullición y disfruté muchos momentos, si, pero no, no derramaré ni una lagrima por su adiós.