España se funde en el peor momento

Luis Enrique aplaude a la afición de España en Wembley

Luis Enrique aplaude a la afición de España en Wembley / EFE

Lluís Mascaró

Lluís Mascaró

España hizo una muy buena Eurocopa. Y solo la mala fortuna de los penaltis le impidió jugar la final. Luis Enrique, como Koeman, está construyendo un nuevo proyecto. Con la ventaja, a diferencia del técnico blaugrana, de que puede escoger a todos los jugadores que quiera. Koeman tiene lo que tiene. Una plantilla descompensada, con refuerzos ‘low cost’ y cinco jovencísimos futbolistas (Pedri, Ansu, Nico, Gavi y Demir) que están llamados a ser el futuro del club. Luis Enrique ha hecho también una apuesta revolucionaria, prescindiendo de algunas históricas ‘vacas sagradas’ de la selección y apostando por una renovación casi absoluta y constante. El entrenador asturiano sigue haciendo pruebas aprovechando esa posibilidad de tener a todo el fútbol español a su disposición. Ahora con el objetivo prioritario de lograr la clasificación para el Mundial de Qatar’2022.

Ayer, ante Suecia, en una final anticipada de la fase de grupos, mantuvo el equipo que brilló en la Eurocopa, con la entrada de Carlos Soler en lugar de Pedri, que se está tomando un merecido descanso. La selección estaba obligada a ganar en Solna para mantener el liderato, la única plaza que da acceso directo al Campeonato del Mundo. Pero volvió a demostrar su falta de gol (un mal endémico), cayó derrotada ante los suecos y se complica muchísimo la vida.

España mostró su peor cara en el peor momento posible. El equipo con ímpetu y espíritu que vimos en la Eurocopa se esfumó ante Suecia. La selección de Luis Enrique empezó marcando, pero se dejó remontar por un conjunto nórdico que imprimió una velocidad de vértigo al encuentro. En la segunda parte, Suecia (con un rapidísimo Isak) tuvo oportunidades para golear a España, pero la faltó puntería. Y el combinado español, con mucho juego combinativo pero sin mordiente en el remate, se fue ahogando hasta la derrota final. Un KO que pone contra las cuerdas al equipo de Luis Enrique, que ahora está obligado a ganar los dos próximos encuentros (el domingo contra Georgia y el miércoles ante Kosovo) para no quedar definitivamente descolgado.