El escudo y Xavi cambian el paso

Ilkay Gündogan, con la camiseta del Barça

Ilkay Gündogan, con la camiseta del Barça / FCB

David Bernabeu

David Bernabeu

Hace algo más de un año y medio, el Barça yacía moribundo. Noveno en la Liga. Sin Messi, sin modelo de juego, sin nivel en la plantilla y sin un entrenador con el que crecer. En la calle, las encuestas transmitían miedo entre los aficionados: nadie ponía la mano en el fuego por ser cuarto. Podemos contar la película como queramos, pero el tráiler era éste. Terror e incertidumbre.

Cuando Xavi Hernández regresó al que fue su jardín, levantó la cabeza y giró el cuello, como si fuera a recibir un pase. Vio el contexto y le sudó la frente. A sus 42 años, haciendo videos sobre el “tercer hombre”... ¡¡en el Barça!! Hubo futbolistas, con años en el club, que pararon las sesiones porque no entendían nada. Eso sí, cuando perdía, se le comparaba con Koeman. Ese era el nivel.

Una Liga y una Supercopa más tarde, Ilkay Gündogan, el capitán del mejor equipo del mundo, dirigido por el mejor entrenador del planeta, a punto de poder darle un sextete a su estantería, lo deja todo y se larga al Barça. No nos engañemos. No es por su sueño de chico, que también. O por sus aventuras con Lewy, que lo suyo han ayudado. O por los dos años que Laporta le garantizó para competir con el City. El SÍ de Gundo tiene mayor calado.

El azulgrana es un club lleno de deuda, preso del fairplay de la Liga y sin talento, pese al entusiasmo del presidente, para acercarse a los ingresos prepandémicos, pero tiene dos faros que le permiten medirse, casi de la nada, con sus rivales: el embrujo de la marca Barça, entre las tres mejores del mundo; y la llamada del mejor centrocampista de la historia, ídolo de Ilkay, como de tantos. En su instagram, su foto con la Champions está en los 800 mil likes. En dos horas, su primer mensaje como azulgrana se fue al millón y medio. Mientras, Mbappé, siete años después, sigue jugando al gato y al ratón. El Barça siempre vuelve. No le subestimen.