Ya no me divierto tanto con el fútbol

La afición del barça ha vuelto a llenar el Spotify Camp Nou esta temporada

La afición del barça ha vuelto a llenar el Spotify Camp Nou esta temporada / VALENTÍ ENRICH

Alfredo Martínez

Alfredo Martínez

Ya no me divierto tanto con el fútbol. ¿Qué nos está pasando? Como hemos convertido algo bello y tan atractivo, como es el fútbol en algo casi desagradable, de sufrimiento, de intolerancia, de enemistad. Algo que era lúdico es ahora un conflicto permanente, una lucha extrema por unos colores, una falta de respeto permanente, un partido sí y otro también, y con una violencia desproporcionada y fuera de lugar.

Este no es el fútbol que nos gustaba cuando nos ilusionábamos con los partidos, cuando empezábamos a amar a nuestro equipo, sin extremar tanto los colores, sin ver al rival como un enemigo, sin odiar al otro. Ese al que llevaba años a nuestros hijos para que se enamoraran del deporte y continuaran la tradición familiar de seguir unos colores. ¿Quién quiere llevar en este ambiente de crispación y falta de respeto a sus hijos al fútbol? Habría que estar loco. Pero es que ahora parece que es casi tan bueno o mejor que pierda tu rival, que le eliminen o descienda, cómo ganar tu partido. A ese punto de animadversión hemos llegado.

Ese no era el deporte, que nos enamoró, que nos atrapó o que nos atrajo desde el primer momento cuando te ilusionaba una bonita jugada de un futbolista de tu equipo, que marcaba un gol o disfrutabas simplemente con los tuyos. E incluso eras capaz de admirar a las estrellas del rival que te deslumbraban con su enorme categoría. Se podía hasta aplaudir a Ronaldinho en todo un Bernabéu después de una exhibición mayúscula o despedir a Iniesta tras un partidazo.

Ahora todo son provocaciones, discusiones, polémicas y cuestiones accesorias al juego. El espectáculo y el fútbol son lo menos importante. Lo es más todo el ruido que le rodea y toda la crispación que genera.

Estamos retransmitiendo el partido del Barcelona y nos interrumpe el fútbol en directo con las resoluciones del comité de competición sobre el caso Vinicius, y claro, es más noticia ya eso que el propio fútbol en directo con el Valladolid y otros equipos jugándose la vida.

No, este no es el fútbol que nos atrapó en su día. Se está convirtiendo en algo desagradable y que genera más odio y enemistades que amistades y atracción.

¿Es tan difícil generar una rivalidad sana? ¿O hay que buscar la confrontación y tratar de herir al rival sin piedad? Desearle lo peor de lo peor…

Reflexionemos hacia dónde estamos llevando esto. Vinicius ha sido la gota que ha colmado el vaso pero la tendencia nos llevaba ya al precipicio en el que estamos, en plena caída libre. El del racismo, el de el odio, el de la rivalidad visceral de una sociedad enferma y de unos sectores de unas aficiones enfermas de odio.

¿Realmente somos felices en este ambiente y ante estas situaciones que estamos viviendo? Me resulta difícil creer que si, aunque lo parece en algunos casos. Pero yo, ya no me divierto tanto con el fútbol.