Opinión

Por unos días se volvió a las épocas de Núñez y Gaspart

La continuidad de Xavi en el banquillo del Barça no se decidió de la mejor manera posible

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Deco, Laporta y Xavi, en la rueda de prensa de continuidad del entrenador

Deco, Laporta y Xavi, en la rueda de prensa de continuidad del entrenador / SPORT

Se acabó el clásico, con lamentable actuación de Soto Grado y Sánchez Martínez en contra de los intereses del Barça, y se acabó la temporada para el equipo azulgrana. Queda el objetivo de la segunda plaza, más una necesidad económica que otra cosa, y nada más. Así que ya en el avión de vuelta de Madrid, muchos intuyeron que Xavi había cambiado de opinión y quería seguir.

La continuidad del egarense en el banquillo se escenificó el jueves en rueda de prensa y se confirmó el miércoles por la noche tras una jornada que recordó más a la época de Núñez y Gaspart que a la era moderna. Aquellas guardias eternas en las oficinas de Núñez y Navarro en la calle Urgell de Barcelona para saber si Ronaldo Nazário se iba o se quedaba o las persecuciones a Gaspart en el aeropuerto para conocer si destituía a Van Gaal tuvieron réplica con todo lo que se vivió en el domicilio de Joan Laporta cuando los dirigentes azulgranas olvidaron que el equipo de baloncesto estaba jugando en el Palau el primer partido del play-off de cuartos de final de la Euroliga y que el centro de operaciones debe estar en las oficinas del Spotify Camp Nou o en la Ciutat Esportiva Joan Gamper. Para rematar el desaguisado, colocaron una rueda de prensa cuando se presentaba un acuerdo único con Vueling con el equipo femenino como protagonista. Pero es que ya el vodevil del miércoles había acabado con declaraciones en la misma calle de Enric Masip, miembro de la comisión deportiva, y Rafa Yuste, vicepresidente deportivo.

Xavi, abrazado junto a Laporta

Xavi, abrazado junto a Laporta / Dani Barbeito

Yuste y Echevarría

Fue Yuste, precisamente, el gran artífice de la continuidad de Xavi. Fue uno de los pocos que defendió al de Terrassa en la reunión de la junta directiva del mismo miércoles. Nada nuevo porque lo ha hecho desde que el egarense llegó al banquillo azulgrana. Cree firmemente en las posibilidades del de Terrassa y lo hizo también en casa del presidente cuando la sensación era que la balanza se inclinaba hacia la no continuidad del entrenador. Allí tuvo la inestimable ayuda de Alejandro Echevarría, el hombre que no es ni directivo ni ejecutivo, pero que tiene gran influencia en la mayoría de las decisiones que toma Laporta, que acabó otra vez fiándose más de los integrantes de su núcleo duro que del resto de directivos. Ninguno, por cierto, ha pensado en dimitir. Al contrario, ahora, una vez pasado todo, con evidentes errores, es momento de cerrar filas y esperar que la decisión haya sido la acertada, de trabajar para que el Barça pueda operar en el próximo mercado de verano con la regla del 1-1 y que ese esfuerzo se vea recompensado primero con fichajes y después luchando de nuevo por los títulos.