Criticar a Luis Enrique no es faltarle al respeto

Luis Enrique da instrucciones en Mendizorroza

Luis Enrique da instrucciones en Mendizorroza / sport

Xavier Ortuño

Xavier Ortuño

Ante el PSG, el Barça dobló la rodilla en el marcador, en la actitud y en el estilo. Pero parece que es pecado decir que el Barça ha perdido ese juego que conectaba con el alma y que daba satisfacciones al final de cada encuentro pero también durante el proceso de ganar cada partido. Algo ha cambiado en el campo y ver a futbolistas que disfrutaban con el balón en sus pies correr para quitárselo de los de otros remueve algo por dentro. 

También parece que criticar al entrenador esté prohibido. Sin embargo, es Luis Enrique quien plantea los partidos, quien prepara al equipo y quien dibuja las alineaciones. Al técnico asturiano y a su equipo técnico les hemos reconocido los méritos de ser grandes preparadores físicos, brillantes estrategas en el balón parado y ejemplares en el arte de la motivación. Ahora toca que también nos dejen decir que el técnico no ha dado con la tecla para configurar un centro del campo solvente aunque tiene jugadores para hacerlo.

Que nos permitan señalar que ver a futbolistas como Busquets o Iniesta sufrir en un terreno de juego nos hace mucho daño. O apuntar que cuando las contras pasan de ser un recurso a convertirse en la única opción nos genere un cortocircuito en la pituitaria del buen fútbol. Los repartidores de carnets de ‘Luisenriquismo’ parece que han conseguido implantar una extraña ecuación: lo que no sea un elogio se convierte en un arma arrojadiza. Y no solo hacia el técnico sino también en un obús dirigido a la directiva y que de rebote acaba dañando al escudo. Discutir el buen o mal momento de un entrenador no es faltarle el respeto. Es parte de nuestro trabajo. Faltar el respeto es lo que hizo Luis Enrique con Víctor Malo en una sala de prensa o con Jordi Grau en París. Además hemos descubierto que ocultar eso da puntos para el carnet.