Círculo virtuoso o vicioso, fina línea

Laporta y la directiva no presentarán una queja formal a la UEFA

Laporta y la directiva no presentarán una queja formal a la UEFA / EFE

Marc Menchén

Marc Menchén

“El Barça vuelve al camino de los beneficios con el objetivo de iniciar un nuevo círculo virtuoso”. Este es el encabezado de la nota que el FC Barcelona remitió tras presentar los resultados de 2021-2022 y las proyecciones para 2022-2023. Esa expresión, que se remonta al primer mandato de Joan Laporta, se basa en que la inversión inicial en plantilla deportiva es la que traerá títulos y, posteriormente, crecimiento económico. Y es cierto, aunque la presión de este negocio y el medio-largo plazo que exige puede acabar provocando que se entre en un círculo vicioso si no llegan los resultados. A eso se expone hoy el club si, por miedo a la presión social y mediática, se acaba fichando más en invierno.

Hablar de círculo virtuoso tiene sentido cuando se parte de una situación en la que el club es capaz de absorber esas inversiones con su propia actividad recurrente. No es el caso. La inversión de 2021-2022 y 2022-2023 se ha cubierto con la venta de activos de forma extraordinaria, tapando así un agujero de 200 millones de euros anuales. Esa es la diferencia entre lo que se gasta y lo que realmente se ingresa.

Admito que soy escéptico con la idea del círculo virtuoso, al menos en el cuanto a potencial de crecimiento actual del club. El punto de partida de 2003 no es ni de lejos el actual. Hoy faltan ingresos, pero porque en buena parte se los llevó la pandemia. Hace veinte años realmente había una infraexplotación de la marca blaugrana y no se había producido el boom audiovisual de la última década. Hoy, en cambio, el Barça ya ha colocado sus principales activos y, a la espera del Espai Barça, cualquier incremento de ingresos será moderado y fruto de la creatividad para abrir nuevas líneas de negocio cuya aportación es incierta, como la de los productos digitales.

La encrucijada en la que se encuentra Laporta la admitía él mismo en la pasada asamblea. “Sabemos que no podemos funcionar eternamente a base de palancas”, pero “se nos exigen resultados inmediatos y tenemos que dar respuesta lo más pronto posible”. Y la afición, con paciencia difícil de pedir en el fútbol, tiene un papel crucial en esta misión de que el círculo virtuoso no se convierta en un círculo vicioso de gasto y venta de activos -llámele jugadores, trueque o palanca- para cubrir agujeros.

Entrar en esa dinámica y aderezarla con una pandemia ha llevado al Barça a una delicada situación económico-deportiva. Y sería muy egoísta por parte de los que vivimos el presente que pidamos una “pasta al pasto” que no tenemos porque queremos gozarlo en el Camp Nou, aunque eso sea a costa de los que vendrán después.