La Champions ha muerto, ¡viva la Liga!

Xavi, tras el empate conseguido ante el Inter

Xavi, tras el empate conseguido ante el Inter / Javi Ferrándiz

Lluís Mascaró

Lluís Mascaró

Un nuevo proyecto no se construye en 12 partidos. Se necesita tiempo. Y paciencia. El problema llega cuando existen urgencias. Es lo que le sucede al Barça. Después de demasiados años de decepciones y fracasos, tanto en España como en Europa, el barcelonismo tiene prisa por volver a ganar títulos. Y más después de la gigantesca inversión en fichajes (más de 200 millones de euros) realizada en los últimos meses, para lo que se han tenido que activar hasta cuatro palancas financieras. Este nuevo Barça nace de una gran revolución del vestuario (inacabada, eso sí) y condicionado por las enormes expectativas generadas. Tal vez exageradas. La obligación de ser campeón provoca una exigencia añadida que este equipo, posiblemente, no está en condiciones de cumplir. Como se ha podido comprobar en la Champions.

Diversos factores han provocado la casi segura (salvo milagro imposible) eliminación del máximo torneo continental: un grupo muy complicado (posiblemente, el peor de los últimos 20 años), las inoportunas lesiones de dos jugadores vitales como Koundé y Araujo, el pésimo arbitraje sufrido en Milán y, por supuesto, los graves errores individuales cometidos el pasado miércoles ante el Inter. No son excusas. Son las circunstancias adversas a las que se ha tenido que enfrentar un Barça que todavía no está suficiente maduro para competir con los grandes clubs europeos. Hay hay que rebajar, a la fuerza y mucho antes de lo esperado, las expectativas y centrarse en la Liga.

Tanto Laporta como Xavi se han trazado como objetivo de mínimos un título nacional. Con la Liga, por supuesto, como prioridad. El domingo hay un duelo decisivo en el Bernabéu que, evidentemente, no dejará sentenciado el campeonato pero que medirá la capacidad competitiva de los blaugranas, que son líderes con siete victorias y un empate en ocho partidos, habiendo marcado 19 goles y encajado solo uno. Un Barça con peor plantilla fue capaz de ganar la temporada pasada 0-4 en Madrid.

No se trata de repetir una goleada histórica, sino de demostrar el nivel real del equipo. El clásico marcará psicológicamente los partidos del próximo mes (algunos de ellos, complejos, como los duelos con el Villarreal, el Athletic y el Valencia) hasta el parón del Mundial. Tras el varapalo de la Champions hay que dar un golpe de efecto en la Liga. Y no hay ni mejor escenario ni mejor rival. No hay que olvidar el fracaso europeo, pero hay que seguir construyendo el futuro.