En el Camp Nou deben caber todos

El primer objetivo que debe tener el Barça es que el abonado acuda en masa al Camp Nou

El club debe encontrar el equilibrio entre los derechos y las obligaciones de los socios

La afición vuelve a creer en el equipo

La afición vuelve a creer en el equipo / Dax Images

Ivan San Antonio

Ivan San Antonio

El Seient Lliure fue un sistema que la junta directiva de Bartomeu puso en marcha con la intención, dijeron, de que esa bolsa de abonados que nunca acude al Camp Nou liberara sus localidades para que otros socios no abonados ocuparan sus asientos.

La teoría era sencilla: ganaba el club, ganaba el socio abonado cobrando una parte de la reventa y ganaba el socio no abonado. La realidad es que perdió el Camp Nou, un estadio que acabó convertido en un parque de atracciones para turistas que, tras visitar la Sagrada Familia y las Ramblas, acudía al Estadi para ver jugar a Leo Messi, el gran reclamo que ofrecía aquel equipo. Todos querían verle en directo, por lo menos, una vez en la vida. El consuelo es que venían a ver a Messi, compraban una camiseta en la FCBotiga y se la ponían durante el partido. También, obviamente, que los ingresos obtenidos por la explotación del estadio crecieron una barbaridad hasta el punto de que el Camp Nou, antes de la pandemia, era el estadio que mejor monetizaba sus instalaciones el día de partido. Todo eso forma parte ya de la historia y los errores y aciertos que hubo entonces deberían servir de aprendizaje para el futuro, ahora que la pandemia ha echado el freno y el Camp Nou vuelve a ser un enorme reclamo. No es una tarea fácil porque la economía del club pide urgentemente aumentar los ingresos al mismo tiempo que mantiene su carácter social. El equilibrio es complicado, pero el primer objetivo es que el socio abonado acuda en masa al estadio. De hecho, sería una medida higiénica que entre las obligaciones de estos socios exista el acudir a un determinado número de partidos. No es normal que la lista de espera supere los diez años mientras una bolsa enorme de carnets siguen guardados en un cajón. La sensación es que al club le conviene más incentivar la reventa, ya sea como pasaba con el Seient Lliure, recompensando al socio que cede su abono o, como ha pasado con el Barça-Eintracht, pidiendo al abonado directamente liberar su entrada para ser revendida sin compensación ninguna. Hay que hacer caja y eso no hay nadie que pueda discutirlo.

Pelear con los clubs más poderosos de Europa requiere una economía muy fuerte. Pero todo ello debe ser compatible con no ver las gradas llenas de turistas o de aficionados del equipo rival esparcidos por todo el recinto. Toca replanteárselo todo y el Espai Barça es una gran oportunidad para ello. Encontrar el equilibrio entre derechos y obligaciones de socios y abonados, de la necesidad de ingresar más y, por supuesto, de mantener el ambiente en el Camp Nou pide grandes dosis de imaginación que van más allá de sortear dos camisetas entre quienes liberan su abono