Opinión

Esclavos de las palancas

Laporta, abrazando a Xavi tras ganar al Oporto

Laporta, abrazando a Xavi tras ganar al Oporto / FC BARCELONA

Hay quien ya no compra la premisa de Xavi Hernández de que el Barça de hoy es un equipo "en construcción". El técnico insiste en que levantar a un grupo que venía desangrándose en los útimos años requiere tiempo. Sin embargo, ese discurso resulta desfasado para una afición a la que el club le puso el caramelo del corto plazo en la boca. "Conmigo no hay temporadas de transición; perder tendrá consecuencias", aseguró Joan Laporta al tomar posesión en 2021. Fue la propia entidad la que colocó el listón en lo más alto y ahora puede que sea tarde para cambiar el discurso.

El Barça venía de muy abajo y además perdió al mejor jugador de su historia meses antes de que Xavi relevara a Koeman. En muy poco tiempo, el egarense ha devuelto al club la capacidad competitiva y también los títulos: de momento, una Liga y una Supercopa de España. Pero algunos quieren más, sobre todo a nivel de juego. Como casi todo en esta vida, es una cuestión de expectativas. Y, ante la profunda depresión del barcelonismo, el club lo apostó todo al corto plazo. En realidad, lo que está pagando Xavi es el desajuste entre el mensaje institucional y la realidad. El club creyó comprar tiempo con las palancas, cuando en realidad lo perdió.

Al asumir el trono, Laporta tenía dos opciones: explicar que con tal crisis económica sería imposible regresar a la élite antes de tres o cuatro años, lo que habría sido más honesto que ilusionante, o remotivar al barcelonismo de un plumazo a base de promesas. 'Jan' eligió lo segundo y se encomendó a las famosas palancas para recortar plazos. De oca en oca y tiro porque me toca.

Todas las fichas a la inmediatez

Las palancas activadas en verano de 2022 permitieron los fichajes de Kounde, Lewandowski y Raphinha. En total, más de 150 millones de euros en tres jugadores. Este verano, el club hizo un gran esfuerzo económico por Günodgan, de 33 años y con un salario que gira alrededor de los ocho millones netos por temporada. Más que un proyecto de futuro, el club abrazó la inmediatez. Ahora, pues, se le exigen resultados inmediatos.

El club podría haber utilizado todo ese dinero en diseñar un proyecto a medio plazo. Claro que no habría sido fácil rogar más paciencia a la afición. Tras varios años de descalabro, el cuerpo pedía mambo. La cabeza, en cambio, siempre debe ser más fría. Con un disucrso más prudente, la digestión habría sido más complicada pero el culé lo habría acabado digiriendo. Dar un paso atrás para resurgir después por todo lo alto.

Robert Lewandowski, en el momento de su presentación con el FC Barcelona

Robert Lewandowski, en el momento de su presentación con el FC Barcelona / VALENTÍ ENRICH

Se fichó lo que se podía, no lo que se quería

El problema del Barça ahora es que anda metido entre dos calles. Ni está en la acera del corto plazo ni tampoco en la del largo. Y cualquier salida que no sea la excelencia parece difícil. Por un lado, el club cuenta con una serie de jóvenes talentos que aún necesitan acabar de madurar. Al mismo tiempo, cuesta sentar bases de futuro cuando jugadores como Lewandowski y Gündogan, de 35 y 33 años, son tan protagonistas. Lo mismo sucede con los Joaos, quienes ni siquiera son de propiedad.

Al Barça se le exige brillantez, resultados y títulos de forma inmediata porque esa fue su propia elección. Cuando te gastas más de 300 millones -entre traspasos y sueldo- en jugadores de presente tienes que estar muy seguro de que estás fichando talento diferencial. Y, no nos engañemos, en estado óptimo de salud, el Barça nunca habría firmado a Lewandowski o Gündogan. Ni tampoco habría pagado casi 70 millones por Raphinha. En todo caso, habría añadido 20 o 30 más y se habría hecho con un 'crack' en edad fértil. Porque los citados son muy buenos pero no son top-3 del mundo en su posición. Más que decidir a quién quería y después ir a por él, el Barça lo hizo al revés: vio qué podía hacer y después eligió.

Raphinha, en acción con David López (Girona)

Raphinha, en acción con David López (Girona) / VALENTÍ ENRICH

La urgencia de resultados arrasa con todo

A fin de cuentas, lo que muestra el Barça sobre el césped es el reflejo de las decisiones que ha ido tomando el club. Xavi está obligado a sacar resultados cada tres días pero dicha obligación penaliza su inversión en mejorar el juego. En el momento en que la entidad elige el corto plazo ya está invitando al egarense a buscar el rendimiento inmediato por encima de todo. No hay tiempo para trabajar que el '6' de Lamine o Balde de hoy se convierta en un '9' dentro de tres años. Mejor quedarse con el '7' que te ofrecen hoy Raphinha y compañía. Y así en otras posiciones.

Si al técnico se le exige excelencia, lo justo sería dotarle de una plantilla excelente. ¿Son, por decir algo, Raphinha o Joao Félix dos extremos en el top-5 mundial? El Barça de hoy es una mezcla entre lo que pueden llegar a ser algunos jugadores, lo que nunca serán otros y lo que ya han sido algunos pocos.