Un Barça espeso sufre un frenazo inesperado

Frenkie de Jon durante el partido del Barça contra el Galatasaray

Frenkie de Jon durante el partido del Barça contra el Galatasaray

Lluís Mascaró

Lluís Mascaró

La Europa League no es la Champions. Pero es una competición europea. Y este Barça que está construyendo Xavi necesita títulos para crecer. Los blaugranas, de hecho, son favoritos para ganar la Europa League. Y la eliminatoria ante el Galatasaray se antojaba relativamente cómoda. Nada más lejos de la realidad. En el partido de ida, disputado anoche en el Camp Nou, el Barça no pasó del empate y provocó un sorprendente e inesperado frenazo a la ilusión que había generado con sus cuatro victorias consecutivas.

El Barça, con bastantes rotaciones (Piqué, Busquets, Aubameyang y Dembélé se quedaron en el banquillo) y ausencias (Alves no está inscrito y Gavi estaba sancionado), se mostró espeso y, sobre todo, lento. en la primera mitad. Solo dos zarpazos de Memphis a los que respondió Iñaki Peña con grandes intervenciones. Mucho control pero poca profundidad ante un Galatasaray que se defendía bien. A Xavi no le debió gustar nada lo que vio en el campo, porque introdujo tres cambios en el descanso: entraron Piqué (por Araujo), Busquets (por Nico) y Dembélé (por Ferran Torres). Y quince minutos después dio entrada a Aubameyang (por Memphis). Toda la artillería para poner presión a la portería del conjunto turco. Mejoraron los blaugranas, pero no lo suficiente. Ni siquiera el recurso agónico de Luuk de Jong sirvió en esta ocasión. Empate a cero y habrá que ganar en Estambul para seguir adelante en la Europa League.

¿Quién salvará a Messi?

Siento envidia (sana) de la épica del Madrid. Siento envidia (sana) de su brutal competitividad en la Champions. Siento envidia (sana) de esas 13 Copas de Europa (seis en blanco en negro, sí, pero siete en color) que adornan las vitrinas del Bernabéu. Siento envidia (sana) de su capacidad para ganar títulos sin tener una gran plantilla. Si el ADN del Barça es el estilo, el del Madrid es la epopeya. Y volvió a demostrarlo el miércoles ante el PSG, en otra noche mágica en su estadio. Con un Benzema estelar que le robó todo el protagonismo al próximo fichaje galáctico de Florentino Pérez: Mbappé.

El genial delantero francés se dio de nuevo de bruces con la realidad de su equipo perdedor. Y no dudará en huir el próximo verano hacia Madrid, donde le esperan los títulos y, probablemente, el Balón de Oro. Huir de París, como sea. Algo que también debería hacer Messi. La Champions no está siendo justa con el mejor futbolista de la historia. Ya son siete años consecutivos de decepciones europeas, primero en un Barça decadente y ahora en un PSG que solo puede presumir de nuevo rico. Messi no merece acabar su carrera deportiva en una jaula de oro. ¿Alguien podrá salvarle?