El Barça, una comparsa de la UEFA

Pedri celebró el gol del empate ante el Inter que no subió al marcador

Pedri celebró el gol del empate ante el Inter que no subió al marcador / VALENTÍ ENRICH

Ivan San Antonio

Ivan San Antonio

No es normal. No es en absoluto normal y, sobre todo, no es aceptable. Lo que ocurrió en Milán y lo que, en menor medida, pero igual de denunciable, pasó en Múnich no entra dentro de la normalidad. No es admisible que el mismo árbitro de VAR, cuyo currículum dice muy poco de él y mucho (todo negativo) de la UEFA repita dos partidos seguidos en los que el Barça se juega la vida. No es tolerable que alguien que no se entera de nada y no debería arbitrar ni a benjamines imparta justicia en San Siro. Todo se vuelve de un color dudoso cuando este colegiado comparte nacionalidad con el amo absoluto del fútbol europeo, enemigo público declarado de la Superliga, que es lo mismo que serlo de Joan Laporta y del Barça.

Lo que sucedió durante los noventa minutos más infames de la historia de la Champions desde que el VAR existe solo puede entenderse desde la voluntad inequívoca de perjudicar al Barça. Cualquier otra justificación sobra porque ni una sola de las jugadas mal dichas polémicas permiten interpretación alguna: expulsión de Çalhanoglu por una entrada salvaje al tobillo de Busquets, gol legal de Pedri, penalti de Dumfries y penalti sobre Lewandowski. Lo del martes deja casi en una anécdota lo sucedido en 2010 con los mismos protagonistas. Hace doce años no existía el VAR y todo podía justificarse desde el error humano. Hoy eso ya no es posible cuando la tecnología desnuda todas las miserias de una competición controlada desde la élite que no permite disidencias y que responde de forma severa a quienes se atreven a salirse del rebaño. Quienes siguen blandiendo el lirio y huyen de lo que definen como conspiranoia, una mezcla de conspiración y paranoia, serían incluso entrañables si su buena fe no sirviera para justificar las tropelías de los poderosos. Es el “esto es lo que hay” versión embudo. Toca tragar.

El mundo está lleno de trampas y de tramposos, de miserables que solo protegen su silla y su cartera, pero el fútbol, en cambio, es un oasis de pureza en el que los árbitros solo pitan lo que ven, quienes los designan son padres de familia ejemplares y quienes designan a los que designan son seres superiores cuyo única meta en la vida es procurar por el bien común. El mundo está absolutamente podrido, pero entre tanta hez sobresale la limpieza divina de un arbitraje honesto y un sistema incorruptible. Lo de Milán es solo una concatenación de errores humanos desafortunados y el Barça, ante tal naturaleza, agacha la cabeza y protesta en voz baja. El Barça solo volverá a Europa cuando se haga respetar. Mientras tanto, seguirá siendo una comparsa de la UEFA... y de Florentino, cuyo poder sí garantiza protección y respeto.