El Barça actual está jugando a la ruleta rusa

Una imagen de la junta directiva del FC Barcelona

Una imagen de la junta directiva del FC Barcelona / FCB

Toni Frieros

Toni Frieros

Es inaudito. A falta de un mes, solo uno, de la celebración de la Asamblea General de Socios Compromisarios (ya nada justifica que no sea presencial), la Junta Directiva del FC Barcelona todavía no ha aprobado el cierre económico de la temporada 2022-2023 ni el presupuesto de la 2023-2024. Se hará en otra junta ordinaria antes de acabar este mes de septiembre. Silenzio stampa.

¿Qué se estará cociendo ahí dentro con los nuevos auditores para que ocurra algo semejante? Eso sí, ‘alguien’ ha tenido tiempo de filtrar y de colgarse la medalla (merecida por otra parte) de la reducción de la masa salarial del primer equipo de fútbol, que ha caído hasta los 404 millones de euros. Lo que no filtraron, y eso sí que no es una medalla, más bien un supositorio de guindillas, ha sido el brutal descenso del Límite de Coste de la Plantilla Deportiva (LCPD), que ha pasado de 649 millones de euros del pasado mercado de invierno a los actuales 270 millones, como informó LaLiga este jueves.

Este silencio ‘atronador’ sobre las cuentas del FC Barcelona arroja muchas dudas sobre la gestión económica de la entidad, que haría muy bien en hacer un ejercicio de transparencia, y hasta de pedagogía, a ver si los socios, y los que no son socios, entienden/entendemos algo.

LaLiga sí ha visto ese balance y ha actuado en consecuencia. Desde que el club decidiera en junio de 2021 cerrar con 481 millones de pérdidas (más de la mitad infladas por decisión propia, he ahí el pecado original), el Barça ha ido dando palos de ciego, improvisando y tapando agujeros. La realidad es que, en el ejercicio ordinario del club, en el día a día, no ha dejado de perder dinero. Ingresa menos de lo presupuestado y gasta más. Ha llegado vivo hasta aquí ‘dopado’ por las palancas (pan para hoy y hambre para mañana) y de la mano de fondos de inversión especulativos, como se está demostrando.

Está muy bien hacer un equipo de fútbol competitivo, aún a costa de perder patrimonio, endeudarse hasta las cejas, debilitar las secciones, despedir a trabajadores o incluso ahorrando en taxis, si bien apostarlo todo a una sola carta, a que el equipo gane títulos, es jugar a la ruleta rusa. Ese lícito anhelo de volver a crear ilusión debe ir acompañado, más que nunca, de rigor en la gestión. Los gastos financieros están lastrando las cuentas del club, que a partir de esta temporada ya debe devolver a Goldman Sachs más de 70 millones de euros al año. Y baila por ahí la partida de ‘otros gastos’. Un cajón de sastre, dicen en el club que es alrededor de 200 millones de euros, donde se meten las comisiones pagadas y otras cuantías de difícil encaje. Esperemos que el club, cuando toque, actúe con luz y taquígrafos. No se trata de que el presidente o los directivos hagan entrevistas y digan que todo está muy bien. Se trata de decir la verdad, toda la verdad y nada más que la verdad. ¿Lo harán?