Alemany, el test final de Laporta

Laporta i Mateu Alemany

Laporta i Mateu Alemany

Tomàs Andreu

Tomàs Andreu

Joan Laporta y su entorno más próximo no se han cansado de repetir que la nueva versión del presidente azulgrana presenta cambios sustanciales. Y es que la edad no perdona, ni tan siquiera para Laporta. Cuestiones estéticas al margen, el núcleo duro presidencial asegura que se mantienen intactas la ilusión y el carisma, entre otras muchas virtudes que siempre le han acompañado. Sin embargo, a estas ahora deben sumarse la madurez y experiencia propias de la edad y de los múltiples avatares que rodean a la vida profesional de Laporta. Dicho de otra forma, que el presidente culé mantiene la fuerza de siempre pero con un equilibrio y ponderación propios del paso del tiempo. Perfecto. Toca el voto de confianza de todo aquel que asume un nuevo cargo, y más si es avalado de forma mayoritaria por su masa social. 

Y nada mejor que la figura de Mateo Alemany para evaluar la evolución de Joan Laporta. La llegada de un ejecutivo del calibre de Alemany implica, de entrada, delegación de poder y cesión de autonomía en múltiples funciones. Conceptos difíciles de digerir en un Laporta del pasado omnipresente en todas las tomas de grandes decisiones. Ustedes me dirán que los organigramas iniciales lo soportan todo. Y tienen razón. Pero que nadie olvide que en el mundo del fútbol todo va muy rápido. Si Alemany o Giró, por poner otro ejemplo de ilustre incorporación al club, encajan en el modelo de madurez de Laporta lo veremos muy pronto. En caso contrario, habrá incendios. Alemany no engaña, y su currículum lo deja bien patente. Ahora falta que Laporta y su entorno hagan realidad todas estas virtudes que han pregonado en privado. La estabilidad del club está en juego