¿Y ahora qué, RFEF?

Luis Rubiales

Luis Rubiales

Marc Menchén

Marc Menchén

La dimisión, cese, huida hacia adelante, atrincheramiento de Luis Rubiales y su núcleo duro en la Real Federación Española de Fútbol (RFEF) va camino de convertirse en catarsis. Nunca antes una asamblea, y los que quedaron retratados en ella pese a comunicados posteriores -incluyo aquí a los barones territoriales-, ha evidenciado tan claramente la necesidad de regeneración del modelo de gestión del fútbol español. Empezando por la gobernanza y las estructuras de poder, pasando por la independencia de los colectivos y terminando por las capacidades de quienes ostentan cargos de alta responsabilidad y no menor retribución.

El mandato de Rubiales ha estado marcado por la crispación y el enfrentamiento constante. Y no, no solo ha sido con LaLiga y con Javier Tebas

Basta con seguir un poco el conjunto de la pirámide competitiva para ver que la Federación ha vivido enfrentada a los clubes profesionales masculinos, ha ralentizado la profesionalización del fútbol femenino provocando división entre los equipos y va por el mismo camino con el fútbol sala. La mitad de Primera Federación ya verbalizó su disconformidad con la gestión de la categoría por parte de Rubiales, incapaz de crear un producto comercial atractivo para la antesala al profesionalismo.

Ya son varios los presidentes autonómicos que han salido a criticar las formas de Rubiales. Ahora falta por ver si, una vez se resuelve el embrollo legal en el que se va a convertir la salida del presidente suspendido, realmente hay un cambio. El primero y más importante no debe ser solo rehacer la relación con el Gobierno, cuya permisividad estos años solo se explica por su percepción de que su carácter y ambición era el mejor contrapoder a Tebas y el miedo a que torpedeara la candidatura al Mundial 2030. Paradójicamente, hoy Rubiales es el principal factor de riesgo para que España acoja la cita cuando durante años fue su principal escudo.

No, lo más urgente es rehacer las relaciones con todo el ecosistema de clubes y competiciones, entendiendo que la colaboración multiplica y que no hay sumisión por apoyarse en el transatlántico de LaLiga para generar más recursos. Una de las estrategias que más le ha costado al fútbol español es la de la RFEF para reconquistar o arrogarse competencias y gestión de recursos. El fútbol sala, como el masculino y el femenino, merecen una liga profesional que les permita autogestionarse. 

Otro mal ha sido y será el de la gestión de las ayudas, con el clientelismo en que deriva. Un análisis a las resoluciones de los últimos años permite entender el posicionamiento que han tomado algunos clubes y asociaciones de futbolistas. Y sin atajar eso, muy difícil será por no decir imposible volver a encontrarnos una asamblea en la que miembros de la misma aplauden un discurso que avergonzó a todo el mundo por no hacer un feo al líder al que luego dejan caer cuando ven por donde sopla el viento. Más política que industria.