Opinión

El afecto, el efecto y el defecto

Hansi Flick en Barcelona

Hansi Flick en Barcelona / SPORT.es

Me gustan más los juegos de palabras que los de azar, como esta eventualidad en la que vive el FC Barcelona. De ahí el título de mi artículo, que espero acompañe en su desayuno al nuevo técnico azulgrana, que ya lleva veinticuatro horas en la ciudad condal y que ha sido bunkerizado por el club que le pagará en breve la nómina. Larga vida a la prensa en papel, que la disfrute el técnico alemán junto al café, le sirva para irle tomando el pulso a una parte del entorno y familiarizándose con idioma.

La que esto firma, ya en tiempo presente, está expectante. Una oye y lee con fruición a todo aquel que haya vivido a este Hansi Flick de cerca, al que pocos esperaban hace unas semanas y ahora ya le tenemos instalado en el Passeig de Gràcia. Porque ni era la primera opción de Joan Laporta ni la de su núcleo duro cuando Xavi dijo que se iba, allá por el mes de enero. Pero ya saben ustedes como funcionan en Can Barça y lo que vale hoy, mañana está finiquitado.

“El presidente es un amigo”, repetía Xavi Hernández una y otra vez. Pues con amistades así, quién quiere enemigos. Ese afecto sin fisuras que verbalizaba también el mandatario culer, lágrimas y abrazos mediante, ha resultado ser un ‘postureo’ más de Laporta. Acostumbrados a una gestión más marcada por la ‘rauxa’ que por el ‘seny’, lo que ha tenido que vivir el ya exentrenador del Barça desde el famoso enfado del presidente a raíz de sus declaraciones en la rueda de prensa previa al partido de Almería ha sido tremendo. El efecto de aquel enojo fue un trato intolerable hacia un profesional que, además, es una leyenda del barcelonismo. El menosprecio sufrido no tiene justificación. Ni tampoco dejarlo a los pies de los caballos, una rueda de prensa tras otra, hasta que le echaron.

El que no ha estado -ni tampoco se le espera- es Joan Laporta, que a estas alturas debería haber dado algún tipo de explicación más allá de cuatro frases a grito pelado en la fiesta posterior a la consecución de la Champions. Xavi, por el contrario, se va como un señor renunciando a un dineral y conocedor (con todo el dolor, dicho sea de paso) de las últimas dosis de veneno administradas por los que le han querido poco y mal. Algunos, desde casi siempre. Otros, de nueva hornada, y los que más le han entristecido.

Llega Hansi Flick a un territorio que desconoce por completo y con la inmediata obligación de tomar decisiones que afectarán a jugadores, estilo y objetivos. Me consta que está ilusionadísimo y que para él es un reto maravilloso entrenar al Barça pero aterriza en tierras movedizas, poco aptas para hacer declaraciones de intenciones y menos, para poner sellos propios. Si Xavi llegó como hombre de consenso y con el afecto del respetable, a Flick se le ve como el efecto de una causa cargada de defectos y que para muchos esta perdida.