Opinión

Acabemos con la dictadura del resultadismo

Lamine Yamal y Toni Kroos / Real Madrid - FC Barcelona

Lamine Yamal y Toni Kroos / Real Madrid - FC Barcelona / Valentí Enrich

Ganar, ganar, ganar... y volver a ganar. La frase mítica de Luis Aragonés se ha apoderado del relato. Un relato que inunda el 99% de los discursos en los medios de comunicación, las redes sociales y se contagia en los bares, las cafeterías y todas las discusiones futbolísticas de los aficionados al fútbol. Solo se habla de quién gana y cuanto gana y cada vez menos se discute sobre el juego. Si opinas que Guardiola es el mejor entrenador te recuerdan que no ganó esta Champions. Si piensas que el fútbol del Manchester City es más estimulante, divertido y elogiable que el del Real Madrid te catalogan de antimadridista rabioso y no aceptan que tu visión es igualmente lícita y con un criterio futbolístico racional.

Si lo políticamente correcto invade muchos ámbitos, en el fútbol vivimos en la dictadura del resultado. Una dictadura que está mutando a secta. Y es que el que osa poner en duda la verdad revelada (resultado) es despreciado e insultado sin matices. Todo lo que no sea ganar no vale. Y cuando el Real Madrid es el protagonista lo arrasa con todo. No hay debate ni plurialidad de opiniones.

El mejor es el que gana y no se analiza nada más. Se llega a asegurar que el único estilo válido es ganar. ¿Se imaginan a un director de cine pensando en ganar un Óscar y no en dirigir una gran película? ¿Se imaginan un cocinero pensando en ganar una estrella Michelin y no en idear un plato especial?

Hagamos un poco de memoria. Miremos el pasado del fútbol. Repasemos los libros de historia. ¿De quién se habla más del Wunderteam austríaco, de la Hungría del 54, de la Holanda del 74, del Brasil del 82 o de las selecciones que se impusieron a ellas en aquellos mundiales? Cruyff lo repitió hasta el día de su muerte. La Holanda del fútbol total pasó a la historia mucho más que la Alemania campeona del mundo en 1974. Y lo hizo por su fútbol ofensivo y espectacular. En el fútbol no solo trascienden los que ganan. Los que innovan, los que buscan el espectáculo, los que atacan y los que no especulan son los que llegan al corazón de la gente y quedan en la memoria colectiva.

Pasa con los equipos y con los jugadores. Hoy en día valoramos a los futbolistas por sus estadísticas de goles, asistencias o pases y después por sus títulos mientras que uno sigue admirando a los jugadores que sorprenden con su clase y capacidad para exhibir magia y clase. ¿A quién le importa los títulos que ganaron Garrincha, Zico o Cruyff?

El Barça de Guardiola pasará a la historia no por el número de títulos que ganó sino por como lo hizo. Cruyff siempre decía que quería divertirse y así logró ganar más que nadie en el Barça. Cada cual tiene su camino para ganar y es fundamental no perderlo en una época en la que la tentación es renunciar a tus ideales y ganar como sea.

En clave blaugrana, después de la final de las Champions hay muchos que creen que es el momento de renegar del ADN Barça, de olvidarse del estilo y proponerse ganar como sea. Es un debate estéril y absurdo. Es obvio que hay que intentar competir y ganar títulos, pero lo importante es tener claro el como y lograr darlo todo con tus ideas. Ganar no es ningún estilo. El Barça ganó cuando fue fiel a su estilo de juego ofensivo y dominador con una base de jugadores de casa y no cuando se obsesionó por vencer como sea.

Disfrutemos del fútbol y discutamos con nuestras ideas, sensibilidades, gustos sin caer solo en la dictadura del resultadismo. Cuando solo vale ganar, no vale la pena ni escribir ni opinar. Si ganas eres Dios y si pierdes eres el diablo, un discurso cada vez más empobrecido y triste. Dejemos atrás la dictadura del resultadismo.

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