Opinión

Acabar con el dragón

Así van las impresionantes demoliciones de las obras del Camp Nou

Así van las impresionantes demoliciones de las obras del Camp Nou / German Parga - FC Barcelona

Menudo verano nos espera. Ni tan siquiera es 1 de julio y ya no puedo más...“Paris bien vale una misa”, dicen que exclamó Enrique de Navarra, el pretendiente hugonote al reino de Francia, justificando abrazar la religión que fuere a cambio de un reinado el verano de 1594… 

Y hablando de reinados, 430 años más tarde también desde Paris, atrás quedaron los cantos argentinos de sirena que a algunos nos hicieron excitar hasta el punto del clímax y el orgasmo pero sin la imprescindible fuerza del oleaje, ya que al final, tanto Paris como Riad no tienen playa, y Messi marchó a Miami, donde no solo sí la hay, sino que además está bañada más por el dinero, la distinción, el lujo y el postureo, que por el océano Atlántico…

De nada sirvieron los acordes templados de nuestra tierra y el confort mediterráneo, el amor al pasado, la historia y el apego a unos colores. Pudo más, mucho más, la rutilante luz de una Miami, tan cubana como hispana.

Y nosotros, ese club otrora referente de la opulencia y suntuosidad que un mal presidente se empecinó en llevar al más tiste y arrabalero abismo, aquí seguimos, empeñados en mantener el equilibrio mucho más pendientes de mantenernos erguidos que de mirar adelante, más centrados en el camino que en el destino, y ya conformados con la nueva realidad de que la penuria económica será nuestra fiel compañera hasta llegar a destino, que llegaremos. 

Y en este festival futbolístico-circense de cada estío, donde no podemos aspirar más que a seguir respirando agarrados al sacrificio, la mesura y la sensatez, aún hay quién se recrea y entretiene comentando más la figura y el perfil del presidente, que el fruto de su empeño de salir de este drama con suficiente oxígeno como para seguir caminando.

Quien trabajando en el Barça siga pendiente de lucir palmito y eliminar las arrugas de su americana, quien viva obsesionado en vigilar lo que digan las redes o explique yo en este artículo, bien haría en mirar a su alrededor donde desde Joan Laporta, hasta Eduard Romeu, Riudalbas, Soler, Puig o Guiu, y acabando por el último empleado, poco les importan ya las dietas, y mucho el arremangarse la camisa hasta el sobaco contra una realidad que nada tiene que ver con hadas madrinas que convierten calabazas en carrozas ni estadios en fase de derribo, en palacios.

Si a tanto esfuerzo se une el talento, salir adelante, lejos de ser un cuento, será una bonita historia para recordar.

Y es que en los cuentos no se plantean si existen los dragones, pero sí aseguran que pueden ser vencidos.