Esquí sin barreras, viaje a la inclusión en pistas

Los deportes de invierno y en espacial el esquí emergen como una gran herramienta integradora para personas con diversidad funcional

Las competiciones y JJ.OO le han dado una gran proyección y cada vez más estaciones tienen centros específicos

El esquí adaptado tiene diferentes modalidades, como el tres huellas.

El esquí adaptado tiene diferentes modalidades, como el tres huellas.

Sergi Mejías

Sergi Mejías

El deporte es una poderosa arma para la inclusión social. Y el esquí más, una disciplina que desafía los límites en un entorno natural y un material y una técnica muy específica. El esquí adaptado no solo representa un avance en términos de accesibilidad deportiva, sino también una ventana a la libertad y la superación personal para aquellas personas con diversidad funcional. “Cada uno de nosotros debe de vez en cuando intentar cosas o hazañas que están más allá de su capacidad. No es grande el que nunca falla, sino el que nunca se da por vencido", apunta Albert Llovera, dakariano piloto de raids, esquiador y plurideportista que a los 17 años sufrió un accidente en una prueba de Copa de Europa de esquí alpino en 1985 que le llevó a tener que hacer vida con una silla de ruedas para desplazarse.

El esquí adaptado tiene sus orígenes en la Europa de la posguerra, cuando se empezó a utilizar como parte de la rehabilitación de los soldados heridos, aunque antes ya se había trabajado en este aspecto. No obstante, fue a partir de los años 60 y 70 cuando comenzó a ganar popularidad como deporte recreativo y competitivo, impulsado en gran medida por los avances tecnológicos en prótesis y equipos adaptados. La inclusión de categorías para deportistas con discapacidad en competiciones y en la FIS, han sido clave en su desarrollo y reconocimiento global.

Actualmente el esquí adaptado ofrece una amplia gama de modalidades y oportunidades para disfrutar de las pistas, independientemente de las condiciones físicas o sensoriales de los esquiadores. Dentro de estas modalidades encontramos desde el monoesquí en silla donde el esquiador va sentado y se apoya con un esquí hasta el esquí con guía en el caso de las personas con discapacidad visual. “Una gran discapacitada no tiene visión y no se puede mover, pero es muy inteligente. Cuando la sentamos en una silla y la llevamos a esquiar su sonrisa es impresionante, no tiene precio. Además, la persona que esquí está más contenta, más despierta”, explica risueña Sylvana Mestre, CEO y co-fundadora de Play and Train, una entidad que desde 2008 fomenta el acceso de personas al deporte y desde hace más de 10 años gestionan el Centro de Deporte Adaptado de la estación de La Molina.  

Más allá del disfrute y la pasión por el deporte, el esquí adaptado cumple un rol fundamental en la vida de las personas con diversidad funcional. Favorece la mejora de la condición física, aumentando la fuerza muscular, el equilibrio y la coordinación. Además, promueve la independencia y la autoestima, al superar retos y alcanzar metas personales en un entorno inclusivo y motivador. “El esquí adaptado es libertad, el contacto con la naturaleza, un deporte que pueden practicar por ellos mismos… Lo que faltan son profesionales formados en la discapacidad”, reclama.  

Estaciones especializadas

Varias son las estaciones de esquí que cuentan con una propuesta especializada en este tipo como la propia La Molina, Grandvalira Resorts, Pal Arinsal, Formigal y Sierra Nevada.  Las escuelas de esquí del dominio ofrecen la posibilidad de aprender a esquiar adaptándose a la mayoría de diversidades funcionales, que pueden ser muy variadas. Toni Rodríguez, director de servicios en montaña en Grandvalira Resorts explica que “mucha gente entiende la diversidad funcional como una limitación física, imaginan una persona que va en silla de ruedas, pero existen muchos tipos diferentes de limitaciones funcionales, también cognitivas, como por ejemplo el autismo”.  

Por este motivo, la enseñanza del esquí adaptado y el acompañamiento debe ser realizado por personas formadas específicamente y con los conocimientos necesarios para adaptar la formación según el tipo de diversidad funcional. La Molina tiene Play & Trail y Grandvalira el Adaptive Center, por mencionar unos recursos dedicados exclusivamente a trabajar con personas con diversidad funcional, con monitores certificados. 

Y nadie como Albert Llovera para motivar a las personas con diversidad funcional a esquiar: “Siempre respiramos y sabemos que vivimos, pero lo mejor, los momentos que te dejan sin aliento, son esos los que te hacen vivir … esquía y descubrirás una sensación única”.