Cierre de filas

Barones del PP respaldan el portazo a Salvador Illa en Cataluña: “No hay que repetir lo de Collboni”

Resquemor con el PSOE al recordar los pactos de las municipales en las que "no dieron ni las gracias" al entregarles Barcelona o Vitoria

En el lado derecho de la mesa, el candidato del PP para las elecciones catalanas, Alejandro Fernández (i), el presidente del PP, Alberto Núñez Feijóo (d).

En el lado derecho de la mesa, el candidato del PP para las elecciones catalanas, Alejandro Fernández (i), el presidente del PP, Alberto Núñez Feijóo (d). / Diego Radamés

Paloma Esteban

El candidato del PP catalán, Alejandro Fernández, acumuló meses sin acudir a una reunión interna del partido en Génova. En los momentos de máxima tensión con la dirección nacional, desde el verano pasado, decidió ausentarse y dejar claro su rechazo con algunas posiciones de la cúpula, sobre todo en el momento en que Alberto Núñez Feijóo trabajaba por tener apoyos para su investidura. El objetivo de Fernández siempre fue reivindicarse como candidato a estas elecciones y erigirse como la principal garantía frente a los independentistas pasara lo que pasara en Madrid.

Este martes, 48 horas después de las elecciones catalanas, la imagen fue muy distinta. El candidato a la Generalitat entraba -está por ver por cuánto tiempo- en el club de los dirigentes territoriales con más peso y acudió a la tradicional comida que Feijóo celebra con sus presidentes autonómicos después de los comités ejecutivos. Antes de sentarse a la mesa con el líder y la número dos, Cuca Gamarra, en un restaurante cercano a la sede, Fernández, el valenciano Carlos Mazón, el aragonés Jorge Azcón y el murciano Fernando López Miras, compartieron un aperitivo previo.

Casi todos los presidentes autonómicos que asistieron al cónclave -también Isabel Díaz Ayuso que no estuvo- comparten la estrategia de no apoyar a Salvador Illa para que alcance el Govern de Cataluña. El socialista obtuvo una contundente victoria (42 escaños) y no hay una mayoría independentista alternativa por primera vez en varias décadas. Pero los populares entienden que no les corresponde a ellos facilitarlo por varios motivos: existe una suma de izquierdas (con ERC y los Comuns) suficiente. Y, en todo caso, los votos del PP no serían suficientes y requerirían del sí o la abstención de otras formaciones como los republicanos catalanes y Vox.

Por eso, los dirigentes territoriales -así lo expresan en público y también en privado- insisten en no permitir “que se ponga al PP en ese foco” y dejar claro que en ningún caso su formación es decisiva por sí misma.

La realidad es que dentro del PP existe un resquemor por decisiones del pasado más reciente. El primero, algunos ayuntamientos importantes que los populares entregaron el pasado junio a los socialistas, precisamente, para evitar que cayeran en manos independentistas. El caso más claro fue precisamente el Ayuntamiento de Barcelona. “Y no nos dieron ni las gracias” por hacer alcalde a Collboni, llegó a decir López Miras. El andaluz Juan Manuel Moreno aseguró que “no parece razonable” que de “una manera incondicional y gratuita” den sus apoyos a partidos “que crean cordones sanitarios” en torno al PP, y “les desprecian”.

En privado, los barones del PP se expresan todavía con mayor claridad. Consideran que Illa se reivindica como presidente tras ganar las elecciones como le ocurrió a Feijóo y nadie planteó la posibilidad de que recibiera apoyos. Al caso de Barcelona se suma el Ayuntamiento de Vitoria, donde el PP también quiso garantizar que la alcaldía fuera a parar al PSOE y no a Bildu, o la diputación de Guipúzcoa para el PNV y los socialistas. Aquellas decisiones también levantaron en su día críticas dentro del PP vasco por entender que el PP no estaba jugando bien sus cartas y “regalaba” bazas al PSOE.

Todos esos recuerdos, sumados a lo que en las comunidades más allá de Madrid, también ven “una campaña contra el PP” -especialmente por la reciente reflexión del presidente del Gobierno, culpando a Feijóo de activar “la máquina del fango”- han hecho que los propios presidentes autonómicos recrudezcan su punto de vista bajo la idea de que el PP “no debe ayudar a Illa” de manera gratuita, y se inclinan por dos condiciones que prácticamente descartan el acuerdo: una petición formal y pública del PSOE, y que haya ruptura de los socialistas con los independentistas en Madrid.

Las europeas y la movilización

El otro gran asunto que centró la cita de este martes en el cuartel general del PP fue la cita con las urnas el 8 de junio. Las elecciones europeas son desde este momento la prioridad para Génova. Es innegable que el resultado catalán (más del 10% del voto y 15 diputados, 12 más que en 2021) ha sido, como dicen muchos dirigentes, "un espaldarazo muy importante" para encarar la nueva batalla electoral. Sobre todo, porque el PP necesita una victoria clara en estos comicios, de circunscripción única y que plantea como un plebiscito contra Sánchez y sus alianzas.

La cuestión es que el PP empieza ya a ajustar las expectativas de estas elecciones después de semanas en las que daba por hecho que habría una distancia potente con respecto al PSOE. Y en este momento, en el entorno de Feijóo, asumen que no tiene por qué ser así. La carta de Sánchez a la ciudadanía, amagando con su dimisión, ha servido, dicen en el PP, para aglutinar a la izquierda. Dan por hecho que el presidente será capaz de captar votos de Sumar, Podemos y otras izquierdas como ERC en favor de las siglas socialistas. A eso se sumarán movimientos impotantes a nivel internacional como el reconocimiento unilateral de Palestina que el Consejo de Ministros podría abordar el próximo 21 de mayo.

Todas estas iniciativas, repiten en el PP, están llamadas a movilizar al electorado de izquierdas. Y Feijóo ya dio por hecho ante sus grupos parlamentarios que funcionará. Esto implica pensar que el PSOE crecerá por la izquierda y podría compensar lo que iba a perder por el desgaste del presidente. Si los socialistas se mantienen en las cifras actuales (20 diputados) el PP podrá ganar, pero no por tanta diferencia. A su vez, Vox también está resistiendo en las recientes citas electorales. Y en el caso de las europeas, donde ahora mismo solo tienen tres diputados, parece una evidencia que también aumentarán su representación.

La petición a los barones fue clara en ese sentido: el líder nacional necesita una movilización similar a la que procuraron cada uno de los territorios en sus propias elecciones para conseguir el resultado esperado. No hacerlo implicaría un revés a la labor de oposición al PP, que está llamando a los ciudadanos a responder ese 9 de junio a la ley de amnistía y a todas las alianzas de Sánchez y los independentistas más allá de Cataluña.