CRISIS EN LA DERECHA

Abascal recrudece el tono contra el PP para frenar una fuga de cargos tras la ruptura

Vox acusa a los conservadores de estar presionando a sus cargos para forzar más deserciones y se centra en hacer pedagogía para que los cuadros entiendan el plan a largo plazo y "confíen" después de salirse de todos los gobiernos autonómicos

El líder del PP, Alberto Núñez Feijóo, y el de Vox, Santiago Abascal, coinciden en un pleno que se celebró en el Senado.

El líder del PP, Alberto Núñez Feijóo, y el de Vox, Santiago Abascal, coinciden en un pleno que se celebró en el Senado. / Kiko Huesca

La crisis abierta en la derecha con la ruptura de los cinco gobiernos autonómicos -Castilla y León, Comunidad Valenciana, Aragón, la Región de Murcia y Extremadura- está muy lejos de contenerse. La tensión entre los dos líderes está en cotas máximas -Santiago Abascal culpa directamente a Alberto Núñez Feijóo de haber forzado una postura en sus presidentes autonómicos que ha terminado con los ejecutivos, mientras el líder del PP lo niega y tilda de “inmaduro” a su socio- y amenaza con ir a más si se confirma un trasvase de cargos en distintos niveles desde Vox al PP.

En las horas posteriores al anuncio de la ruptura fueron solo dos consejeros los que, finalmente, desacataron la directriz de la cúpula manteniendo su cargo de consejeros en Extremadura y en Castilla y León. 

Pero el partido ultra se queja de que el PP se está moviendo para provocar más deserciones y abrir una grieta en sus filas. “Por ahí vamos mal. Intentan persuadir a cargos nuestros para que se pasen al PP. Alentar el transfuguismo es también corrupción”, verbalizó el portavoz nacional de Vox, José Antonio Fúster. Otros dirigentes insisten en esa idea y cargan duramente contra los populares. De hecho, en la formación de Abascal no ocultan que el tono seguirá siendo muy duro, especialmente con Feijóo, también para tratar de frenar salidas en su partido. 

El líder de Vox apeló desde el primer momento a “los principios” para justificar una decisión que muchos dirigentes no terminan de entender. O, por lo menos, no la comparten, aunque la hayan aceptado. En la cúpula ultra sí reconocen que hay que hacer pedagogía, “pedir confianza” para que los cargos sepan que hay un plan, una hoja de ruta, que Abascal quiere ejecutar.

Separarse del PP ya

El convencimiento absoluto en la dirección nacional -el reducidísimo número de personas que toman las decisiones- es que Vox no puede seguir al lado del PP. Y menos cuando se están tomando decisiones que afectan a las grandes batallas políticas de su partido, donde la inmigración ilegal y la seguridad de las fronteras son dos aspectos completamente clave.

“Si no nos distinguimos en eso. Si tragamos con todo, no solo no nos diferenciarán, sino que podemos volvernos inútiles para nuestros votantes”, explican en la dirección, volviendo a señalar “la coherencia” de Abascal a pesar de que entrañe muchos riesgos. “Si no actuara así, no sería Santiago. Cueste lo que cueste vamos a defender lo que pensamos”, rematan.

La decisión, sin embargo, pilló por sorpresa a muchos cargos de distintos niveles. El líder de Vox fue muy claro en su comparecencia del lunes (tres días antes de confirmar la amenaza). Si las CCAA cogobernadas con el PP aceptaban el reparto de menores migrantes, se irían de los gobiernos regionales. Pero algunos dirigentes pensaron que la decisión no sería tan rápida, se haría de forma escalonada y, sobre todo, podría no afectar a todos los territorios. No fue así.

El líder de Vox está seguro de que actúa con la firmeza que las bases y los simpatizantes de su partido reclaman, sin pensar en las consecuencias o en el foco institucional. Pero también hay muchos cargos que ahora ven peligrar su posición o que, directamente, no entienden la estrategia. “Entendemos las decisiones personales, pero lo demás no. Si no quieren estar en Vox que no estén”, advertía también Fúster.

En el PP -tanto en la dirección nacional como en las comunidades, y en el grupo parlamentario del Congreso donde también tienen mucho contacto con Vox- son conscientes de la situación que puede darse. Siguen pensando que ese trasvase -de cargos y, después, de electores- se producirá. Insisten en recordar operaciones políticas anteriores como ocurrió con Ciudadanos, donde el 80% de los cargos terminó uniéndose al PP.

Ahora, reconocen, que no es un caso igual, porque sí asumen “una lealtad” mucho más difícil de romper en el caso de Vox. Pero solo en algunos casos. En otros, dicen, será “inevitable”. Fuentes de la cúpula conservadora aseguran que los primeros análisis del partido apuntan a que “la inmensa mayoría de los electores” no ha entendido el movimiento y se lo reprocha a Vox. Otros dirigentes ponen en valor la capacidad del PP para reponerse, nombrar sustitutos en los consejos de gobierno al día siguiente “y continuar funcionando sin más”.

Pero la realidad es que en el PP saben que las consecuencias de la ruptura están aún por dirimirse. Ayer Vox abrió la puerta a hacer extensible la ruptura en aquellos ayuntamientos donde los alcaldes promuevan la acogida de menores migrantes -teniendo en cuenta que la gestión es de las autonomías, pero que después deben derivarse a los consistorios-. El propio Feijóo reconoció el pasado viernes que sus comunidades afrontarían a partir de ahora “mayores dificultades” porque no tienen una mayoría con la que aprobar futuros Presupuestos o sacar adelante iniciativas.

Casi en paralelo Abascal lanzaba el primer aviso: ahora, desde fuera de los gobiernos, los planteamientos serán de máximos y su partido volverá “al discurso auténtico”. En el núcleo duro que rodea al líder de Vox remarcan el plan a largo plazo que tiene el líder en la cabeza y que conllevará sacrificios como romper los gobiernos autonómicos. Lo que está por ver, creen en el PP, es si el partido “aguanta” esa promesa o empieza el goteo de marchas.