Francia y Dinamarca se llevan un broncazo por disimular muy mal

Por mucho que Didier Deschamps se esforzarse en asegurar que no harían ninguna concesión a los daneses y pese a las críticas a los ‘bleus’ del seleccionador danés Age Hareide, el empate hacía tilín a los dos equipos y el marcador no se movió.

A medida que transcurrían los minutos fueron descendiendo las hostilidades, lo que provocó una creciente pitada de indignación en el Luzhniki que terminó resonando en la cercana Vorobiovi  Gori (Colina de los Gorriones).

<strong>El 0-0 dejó a Francia como primera del Grupo C con siete puntos y a Dinamarca segunda con cinco</strong>. Además, el aparente ‘tongo’ que se vivió en Moscú estaba aún más deslegitimado por la victoria peruana frente a Australia en Sochi (0-2) que clasificaba para octavos a los dos contendientes.

El Luzhniki estalló contra el vergonzoso espectáculo en el que convirtieron la segunda parte los galos y los escandinavos. Incluso el colegiado brasileño Sandro Ricci pidió a Schmeichel que sacase de una vez al paso por el 89’.

Tampoco ayudó la imagen del final, con ambos equipos sonriendo más en plan boda o comunión que en un partido entre dos potencias europeas en un Mundial.

DEMBÉLÉ LO INTENTÓ EN VANO

Por todo lo anterior no era un partido propicio para que los atacantes brillasen. Y no lo hizo ninguno ayer en Moscú pese a que el azulgrana Ousmane Dembélé fue uno de los pocos que trató de desbordar, probó el disparo en un par de ocasiones y exhibió ganas y movilidad. Otra cosa es el acierto.

Francia tomó el control con una medular física (Kante y el sevillista N’Zonzi) ante un rival que lo probaba a la contra con un notable Braithware y algún destello del ‘spur’ Christian Eriksen, la gran prioridad del Barça para este mercado de fichajes.

Un centro de Dembélé desde la izquierda no encontró rematador en el 8’ y al cuarto de hora se pidió pena máxima por un posible derribo de Schmeichel sobre Giroud (no fue). Por contra, en el 29’ sí pudo cometer penalti el meta galo Mandanda sobre Eriksen.

Tras un par de llegadas galas al final de la primera parte, en la segunda apenas hay que reseñar una parada de Mandanda a disparo de Eriksen, un chut al exterior de la red de Fekir y muchos silbidos. Se hecho, lo del final fue una bronca que debería avergonzar a los dos clasificados.