Las supersticiones de los grandes pilotos

Jóvenes, ricos y famosos, pero también supersticiosos, así son la mayoría de pilotos de Fórmula 1 y MotoGP

Ni un mundo tan sofisticado como el de la Fórmula 1 puede quedar al margen de las supersticiones y las leyendas de mala suerte. Es más, si los deportistas en general acostumbran a ser personas con múltiples manías y rituales, los pilotos se convierten en el mayor paradigma de la superstición. Quizás porque se juegan la vida en la pista necesitan encomendarse a algo más que a su propia pericia. Medallas, amuletos, vírgenes o incluso la ropa interior, hay manías para todos los gustos, pero el nexo común es que todas ellas son compartidas desde los orígenes de la competición.

Resulta curioso que en el 'gran circo', donde la tecnología intenta impedir que nada quede en manos del azar, el concepto de mala suerte aparezca en todas las carreras. La irrupción inesperada de la lluvia, la rotura de un motor o una inoportuna salida del 'safety car', todo es atribuido a la temida mala fortuna, por lo que cualquier ayuda extra que pueda contrarrestarla es bienvenida.

No deja de ser paradójico que personas con la cabeza tan fría como para ir a más de 300km/h se pongan en manos de una estampita para evitar lo peor. Pero lo que está claro es que la superstición ha dominado tanto la Fórmula 1 como el motociclismo desde sus orígenes.

Sólo hace falta echar un vistazo a la numeración de los monoplazas. Desde 1950 a nuestros días, sólo dos pilotos se han atrevido a llevar el dorsal 13 en el frontal de sus coches, Moisés Solana en 1963 y Divina Galica -una de las pocas mujeres que han corrido en F1- en 1976, curiosamente, ninguno de los dos pudo repetir porque sólo disputaron una carrera. Sin embargo, uno de los claros ejemplos del pánico al número 13 lo encontramos en casa y, en este caso, en el apartado de motos con el gran Angel Nieto, quien se ha pasado toda la vida insistiendo en que consiguió 12+1 títulos mundiales.

En realidad, el tema de la numeración es uno de los principales dolores de cabeza de los pilotos desde siempre. Enzo Ferrari no quería ver ni en pintura el 17 después de que su gran amigo Ugo Sivocci se matara mientras pilotaba un coche con ese número. Pero en el otro lado de la balanza, están los pilotos que más que escapar de un número se encomiendan de por vida a él, como es el caso de Kevin Schwantz o Valentino Rossi, quienes eligieron los dorsales de sus padres. Para el mito norteamericano aquello no fue suficiente y tras encadenar varias caídas consecutivas sorteó sus botas para endosarle la mala suerte a otro. Aunque las manías de 'Il Dottore' también van más allá del 46. Siempre se viste en el mismo orden, antes de ponerse el casco se moja los dedos, se frota los ojos y comprueba que el pendiente está en su sitio. Cuando llega a la moto se agacha y durante unos segundos permanece agarrado a la estribera derecha de su moto, una vez rodando por el pitlane, y cuando la cámara le enfoca, se levanta de la moto y despega el mono de las posaderas.

Entre los nombres célebres del automovilismo, el bicampeón de F1 Alberto Ascari ha sido uno de los personajes más supersticiosos. Al italiano le daban auténtico pánico los gatos negros, ningún miembro de su equipo podía tocar su mono y durante las carreras llevaba todo tipo de amuletos. Pero incluso el heptacampeón Michael Schumacher no era inmune al temor de la mala suerte. El alemán llevaba consigo en todas las carreras una medalla que le habían regalado su mujer Corinna y sus hijos. Un día se la olvidó en el hotel y el 'kaiser' hizo ir a buscarla a un miembro de Ferrari.

Curiosamente, los pilotos españoles copan los primeros puestos del ranking de supersticiosos. El bicampeón Fernando Alonso, por ejemplo, necesita ponerse la bota derecha antes que la izquierda para confiar en que las cosas vayan a salir bien. Pero no sólo eso, en cada viaje entre su equipaje ha de llevar una baraja de cartas y antes de cada carrera descarga adrenalina junto a su manager Luis García Abad cantando en el reservado de su camión. Fernando ha conseguido contagiar sus manías al equipo, hasta el punto que en su anterior etapa en Renault, los mecánicos necesitaban colocar una serpiente de plástico sobre el capó del monoplaza siempre que éste estaba en el box. De este modo ahuyentaban la mala suerte.

En el ámbito de las motos, el único campeón español de la máxima categoría Alex Crivillé, agradece que su mujer le regalara una medalla dorada con la inscripción de su nombre, una cruz, seis diamantes pequeños y uno grande, con la que logró el preciado título. El piloto de Seva también reconoce que siempre tenía que afeitarse la noche anterior a la carrera y que durante mucho tiempo llevó la misma camiseta debajo del mono, como amuleto para atraer la suerte. Sin dejar el motociclismo, Dani Pedrosa siempre evita que sea una azafata quien le aguante el paraguas en la parrilla de salida, misión que encomienda a algún otro miembro de su equipo, y este mismo año, tras caerse en un test en Malasia hizo cambiar su número de siempre, el 26, por el 2 de subcampeón del mundo.

A Jorge Lorenzo la superstición le lleva a cambiar del casco rojo al dorado en función de los últimos resultados obtenidos con cada color. Pero sobre todo, al mallorquín le gusta salir a la pista después de haber visto algún fragmento de alguna de las películas de la serie de Rocky Balboa, para aumentar la motivación. Toni Elías, por su parte, no puede enfundarse el mono si antes no se cuelga una medalla con la Verge de Montserrat, una imagen de la cual lleva pegada en el manillar de su Ducati.

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