Martín da el golpe en Qatar ante un Márquez resucitado

Cierto, es un Mundial muy abierto, mucho. Cierto, los jóvenes llegan a MotoGP con una velocidad estratosférica, la prueba se ha producido hoy mismo, el primer día, en la ‘quali’ del Gran Premio de Qatar, donde el madrileño Jorge Martín (Ducati), que nació al otro lado de la valla del circuito del Jarama, ha logrado una velocísima ‘pole’ (la quinta en 15 carreras en MotoGP ¡algo bárbaro!) y, por tanto, ha demostrado ese hambre que asegura tener y que le permitirá, cuenta, “ganar tres o cuatro carreras este año”. Los hay, perdón, como Maverick Viñales y Aleix Espargaró que lo ven aspirante al título mundial.

Cierto, hay muchos, hasta demasiados, pilotos necesitados (recuerden, es año de renovación, 20 de 24 acaban contrato este año) de buenas actuaciones, de podios y hasta de victorias para consolidar su futuro y su cuenta bancaria. Y, en ese sentido, se lo van a jugar todo en cada sábado, en cada domingo, en cada carrera. De ahí que la lucha sea, como ha quedado demostrada hoy, tan bestia, tan brutal, tan equilibrada, que el campeón Fabio Quartararo (Yamaha) se ha visto necesitado de pasar por la repesca antes de medirse a los ‘reyes’ como él.

Cierto, es tan diferente este campeonato de los últimos que se han celebrado que motos poderosas, como las Ducati oficiales, no estarán en primera fila; que motos, como las Suzuki, que fueron velocísimas ayer, no lo han sido hoy, en el momento decisivo; y que chicos, como Enea Bastianini (Ducati), que no entra en las quinielas, provoquen el caos en los ensayos y acabe siendo el jamón del bocadillo que Martín y Marc Márquez, espectacular y tercero en su regreso, forman en la primera fila de la nueva temporada.

Porque si algo ha cambiado en Lusail, antes Losail, es que ha regresado el rey de la última década. Márquez, apoyado en una resolutiva, eficaz, veloz y, sobre todo, excelente nueva Honda RC213V a una vuelta, ha estado delante durante todo el fin de semana, conquistando la primera fila. “Estoy contentísimo sí, pero no es el domingo, el domingo es mañana y es ahí cuando hay que demostrar que uno tiene aspiraciones y que quiere, al final, a lo mejor no de inicio, pelear por el título, de nuevo”.

Porque esa es la reflexión que sobrevuela la pista, el ‘paddock’, la sala de prensa, el Mundial: si Marc Márquez, ganador de seis de los siete Mundiales en los que ha corrido de verdad (solo se le escapó el que Jorge Lorenzo le arrebató en el 2015), ha vuelto para recuperar su trono. Y la manera de anunciar, pese a ser muy, muy, muy cauto en sus declaraciones, ha sido con el tercer mejor crono, la primera fila, del gran premio en el que regresa.

Cierto, pueden ganar varios, muchos, demasiados, pero, como ha reconocido el propio campeón ‘El Diablo’ Quartararo, un ser que no miente nunca, “lo primero que hay que hacer es refrendar la corona ganando al mejor, a Marc, que ha sido nuestra referencia durante todos estos años”. Y el mejor, MM93, está de regreso aunque, como ha reconocido, “he tenido que pegarme al colin de Mir y, luego, al de Bagnaia, para ganar esas dos decimitas que me han metido en primera fila. Pero, eso sí, he de decir que en el FP4 (el entrenamiento en el que se imita la carrera) he hecho unos excelente cronos y me he sentido muy, muy, suelto, con muy buen ritmo”.

Cierto, esto es muy largo, mucho, 21 fines de semanas, 21 carreras, 21 domingos, 126 sesiones de entrenamiento en los que puede pasar de todo, sí, sí, hasta lesiones y miles de sustos, pero para ganar, no solo el primer GP, sino el título hay que ser el mejor durante todo el año. Lo fue, de forma brutal, Márquez en el 2019, cuando estaba entero y venció de forma arrolladora; lo fue Joan Mir (Suzuki), en el 2021, aunque solo sumó una victoria y lo fue Quartararo, el pasado año, cuando nadie le pudo toser, ni siquiera ‘Pecco’ Bagnaia, dueño de la mejor moto de la parrilla de MotoGP, la ‘Desmosedici’, una moto que no gana el título desde el 2007.