Laia Sanz: perfil de campeona

A los 4 años paseaba en la moto de su padre. Laia Sanz ha hecho historia en el trial femenino y ahora sueña con medirse a los cracks del Mundial absoluto.

Ser la única chica en un mundo tan masculino y rudo como el trial no le ha restado ni un ápice de 'glamour' a Laia Sanz. La joven piloto de Repsol-Montesa HRC (Corbera de Llobregat, 1985) luce orgullosa su larga melena y un bellísimo perfil de campeona en la sesión fotográfica que ilustra estas páginas: "En la competición llevo el pelo recogido, pero me encanta mi melena", confiesa. A los cuatro años, mientras la mayoría de niñas jugaban a las cocinitas y las muñecas, a Laia le encantaba que su padre, Jesús, la pasease en moto en su regazo. Toda su familia y casi todos sus vecinos están 'enganchados' a las dos ruedas y al olor a gasolina. "En mi pueblo la diversión del fin de semana siempre han sido las salidas en moto por la montaña", explica. Allí a nadie le extrañaba ver a la pequeña Laia disfrutar derrapando. Pero cuando a los siete años se lanzó a competir en el Campeonato de Catalunya de cadetes se dio de bruces con la realidad: "Todos los demás eran niños y escuchabas a los padres aquello tan típico de 'no te dejes ganar por la niña'. Con el tiempo lo superé y ahora me siento muy satisfecha de haber sido la pionera. Cuando voy a alguna prueba infantil y veo la cantidad de niñas inscritas me doy cuenta de lo importante que fue dar el primer paso".

Como Tarrés

Han pasado los años y Laia Sanz es toda una experta profesional con un palmarés impresionante: Siete títulos mundiales consecutivos -los mismos que el legendario Jordi Tarrés- y cinco europeos. Su dedicación exclusiva al deporte le ha costado renunciar, de momento, a otro sueño: "Quería estudiar medicina. Me encantaba la pediatría... pero con tanto viaje es imposible". No todo son desventajas por ser una mujer que triunfa sobre la moto: "Lógicamente me ha sido más fácil conseguir algunos patrocinadores y mis éxitos internacionales han tenido mayor repercusión. Una chica piloto siempre llama más la atención", admite. De hecho, no le molesta que su condición femenina suscite más interés que sus siete Mundiales: "Soy la primera que digo que cambiaría esos siete títulos por llegar más alto en el circuito masculino absoluto. No es que los campeonatos femeninos no tengan valor, ni tampoco me los regalan como algunos dicen por ahí. Hay rivales con buen nivel, sólo que yo empecé más pronto y por eso mi técnica se acerca más a la de los chicos".

Asegura que la diferencia con los grandes del trial no es una cuestión física sino de especialización: "Ellos tienen más fuerza, pero eso se trabaja en gimnasio". Con 1,78 y un cuerpo rotundo, Laia opina que "puedo aguantar el desgaste sobre la moto durante las pruebas del Mundial femenino y las del Mundial júnior, pero el Mundial absoluto ya es otra cosa. Allí se superan obstáculos más complicados y los pilotos punteros hacen cosas increíbles. Ademas la competición es más intensa, dura más horas". Si algún día se decide a dar el salto a la máxima categoría masculina, Laia tiene claro que "me conformaría con puntuar, es decir, finalizar entre los quince primeros. Eso ya tendría mucho mérito porque hay un puñado de pilotos, cinco o seis, que están a un nivel inalcanzable". Se refiere al grupo que lidera el bicampeón mundial Adam Raga, del que admira "sobre todo por su técnica y su regularidad".

Una campeona 'única'

Laia Sanz, que también es la única mujer en la serie que estos días dedicamos a los pilotos españoles que se han proclamado campeones del mundo a lo largo del 2006, conserva con especial ilusión un singular trofeo: "El que me acredita como campeona de España cadete en el 2000. Tenía 14 años y era la única niña inscrita en esa prueba. Nadie esperaba que pudiese ganar yo, pero para mí no fue una sorpresa". También le concede más importancia al sexto puesto que ha logrado esta temporada en el Mundial júnior, donde desafía a 25 chicos, que a sus siete coronas femeninas: "Y mi mejor recuerdo es precisamente el primer podio que conseguí en el Mundial júnior. Siempre es lo mismo: superar a los chicos te exige mucho más y por eso cuando lo consigues te hace sentir muy satisfecha".

A diferencia de otros protagonistas de la serie que les ofrecemos estos días, a Laia Sanz nunca le ha parecido que su disciplina resulte especialmente peligrosa: "Ni a mí ni a mis padres nos preocupa el tema. Quizá porque en el pueblo estamos muy acostumbrados a la moto desde niños. Además el trial no es tan arriesgado como practicar motocross o correr en un circuito de velocidad". Con todo, en su cuerpo Laia luce algún que otro recuerdo de su carrera: "Esta temporada sufrí un accidente contra un coche durante un enlace en Escocia. Tuvieron que ponerme trece puntos". Al 2007 Laia le pide "salud, felicidad ... y claro, el octavo Mundial femenino". Pero lo que de verdad le motiva es la posibilidad cada vez más cercana de competir en el Mundial absoluto: "Mi ilusión sería hacer el ciclo normal de un piloto. Es decir, que cuando termine mi participación en el Mundial júnior, a los 21 años, pueda debutar en la máxima categoría. Pero lo haré cuando me sienta totalmente segura".